A lo largo de los años, Volvo se ha caracterizado por ser una marca Premium enfocada, antes que nada, en la seguridad de sus clientes. Es por eso que tal vez la pasión ha pasado a segundo término. Con la llegada de rejuvenecidos modelos, infestados de tecnología y sobre todo con actitud, parece que las cosas están cambiando. Ese fue el caso de la presentación de la nueva XC-60, un nombre sagrado para la marca vikinga, por lo que pensé que se llevaría a cabo en alguna sierra, o de menos en un parque nacional gringo con paisaje digno de una pintura de Bob Ross. Pues nada de eso señores, nos fuimos todos a Cartagena, Colombia, y a más de 40 grados le dimos caña y reggaetón a la sueca.
Ya se percibe lo que le faltaba: ese pasito para comunicar las cosas un poco más relajadas, ¿y por qué no? Si los autos son excelentes, tan solo hace falta que la gente lo sepa. No sabemos si se hizo un estudio de posibles lugares donde realizar la prueba, pero para mí fue el lugar ideal para demostrar las capacidades de la XC-60. Tráfico sin ley, motos de 125 cc peleando el carril de alta con tráileres de 18 ruedas, etc. Las carreteras en Cartagena manejan un tamaño de caos “nivel Nueva Delhi” y fuera de toda realidad para un sueco, pero no así para la XC-60 que gracias a algunos de sus sistemas, como el frenado inteligente y la corrección de abandono de carril, nos ahorraron varios años de cantar “Despacito” en un calabozo colombiano.
Pero como yo creo que estos escandinavos no dejan nada al azar, seguro que todo esto fue planeado en Estocolmo y así debió ser el plan: mandaron dos barcos llenos de suecos un par de meses antes de la prueba para que se broncearan y mimetizaran entre la población, y así, a la manera de los stunts, lanzarse imprudentemente ante la camioneta más segura del mundo y dejarnos a todos realmente sorprendidos.
Gran viaje, gran experiencia y gran producto. Si así van a ser, no quiero perderme un viaje de Volvo nunca más.