Estamos expuestos a tal cantidad de contenido que ya no podemos procesarlo. Hoy tener más información, lejos de ayudarnos a tomar mejores decisiones, nos provoca parálisis, desconcierto y angustia
Por Genaro Mejía @genarorastignac
Es una ironía, pero es así.
En un mundo con tecnología y canales para comunicarnos como nunca antes lo habíamos podido hacer, pasa justo lo contrario: la comunicación está en crisis ante el uso del storytelling para contar mentiras, debido a unas audiencias más informadas, críticas y activas que nunca, pero también gracias un exceso de información sobre todos los temas que provocan que nadie entienda nada, que nadie sepa qué de lo que se dice es verdad o qué no lo es.
Ya hemos dicho en esta columna que se calcula que una persona consume cada día más de 36 gigabytes de contenido, lo que equivale a más de 18,000 libros. El efecto de este exceso de contenido es el desinterés, el aburrimiento y el hartazgo de las audiencias.
Este fenómeno se agravó durante los años 2020 y 2021, cuando millones de personas nos tuvimos que encerrar en nuestras casas debido a la pandemia de COVID-19.
Ese aislamiento nos obligó a una todavía mayor exposición a los canales digitales porque internet era nuestra única ventana al mundo. Fue ahí que se desató lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó infodemia, que en ese momento se refería a un exceso de información sobre las causas y consecuencias de la epidemia global. No sólo era el exceso, sino que mucha de esa información estaba poco verificada o era falsa.
Hoy la palabra infodemia se ocupa para hablar del exceso de información y contenido sobre cualquier tema o rubro. “La propia infodemia acelera la desinformación y hace que perdure”, dice Felipe López Veneroni en su artículo “De la pandemia a la infodemia: el virus de la infoxicación”, publicado en la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
La cosa se complica más si agregamos a esta ecuación para el desastre a la inteligencia artificial (IA) como otro actor que genera contenido sin verificar los datos, ni la credibilidad de las fuentes, ni los intereses de las empresas que desarrollan esta tecnología disruptiva.
Es tal la cantidad de información y contenido, muchas veces contradictoria, que es cada vez más fácil para cualquiera perder el parámetro de lo verosímil. Como dice López Veneroni, “no sólo no sabemos qué creer, sino tampoco a quién creerle”.
Efectos colaterales
No creas que me escandalizo de la infodemia por moralina. No se trata sólo de denunciar el exceso de contenido y la poca o nula verdad de lo que se difunde; se trata de entender que este exceso de información es, en sí mismo, dañino para la salud de las personas y para el buen funcionamiento de la sociedad.
La enfermedad de nuestra era se llama infoxicación, un fenómeno que se produce cuando se recibe una cantidad de información que supera la capacidad de procesarla, lo que puede alterar la percepción de la realidad y generar una sobrecarga mental.
Algunos de los síntomas más comunes de esta enfermedad son la búsqueda constante de más información, la incapacidad para tomar decisiones, la dificultad para concentrarte, fallas en la memoria, ansiedad y, por supuesto, estrés.
Las consecuencias de esta infoxicación deberían convertir a esta enfermedad en un asunto de interés máximo para gobiernos, empresas, medios de comunicación e instituciones no gubernamentales (ONG) de todo el mundo, pero se hace muy poco al respecto.
El mundo no necesita más, sino mejor información.
Genaro Mejía es periodista de negocios, speaker y LinkedIn Top Voices Latam. Estratega en comunicación, storytelling y nuevas narrativas. LinkedIn: @GenaroM / Newsletter: Bar Emprende