Fotografía UNAM
Existe un mito extendido que sostiene que llevar una dieta saludable es costoso, especialmente si se intenta adquirir alimentos etiquetados como “naturales” u “orgánicos”. Sin embargo, un grupo de universitarios llevó a cabo un estudio que desafía esta creencia, demostrando que alimentarse adecuadamente con verduras, legumbres, frutas y proteínas de origen animal, tiene un costo similar al de consumir alimentos ultraprocesados y de poco valor nutricional.
La investigación, liderada por Patricia Clark, jefa de la Unidad de Epidemiología Clínica del Hospital Infantil de México Federico Gómez-Facultad de Medicina UNAM, se enfocó en analizar los costos de la dieta de niños y adolescentes en México. El estudio buscaba comprender si alimentarse sanamente era más costoso que optar por una dieta poco saludable, teniendo en cuenta que según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, el 35.6% de los niños y el 38.4% de los adolescentes en el país presentan sobrepeso u obesidad.
El estudio, llevado a cabo entre marzo de 2014 y abril de 2019, involucró a 2,014 niños y adolescentes entre 4.5 y 20 años. Se administraron cuestionarios de alimentos para conocer las características de sus dietas, y se determinaron tres patrones: el saludable, el de transición y el no saludable. Posteriormente, se evaluaron los costos promedio de los alimentos mediante visitas a mercados, supermercados y tiendas de conveniencia.
Los resultados del estudio fueron sorprendentes: los patrones alimentarios saludables y no saludables no difieren significativamente en costos. De esta manera, se desmitifica la creencia de que una dieta sana es más cara.
La transformación en los hábitos alimenticios de México se ha producido en gran parte debido a los sistemas de producción y la apertura a productos de otras culturas, como las grandes cadenas de hamburguesas, donas y frituras. La mercadotecnia de estos alimentos ha tenido un papel fundamental en su amplia disponibilidad a lo largo y ancho del país.
El estudio destaca la importancia de la educación nutricional para promover una dieta saludable y accesible. La información nutricional proporcionada en los empaques de alimentos, como los octágonos, es útil, pero se sugiere que una educación sencilla y efectiva en las escuelas podría marcar una diferencia significativa. Enseñar a los niños acerca de las calorías que deben consumir diariamente y la cantidad de frutas, verduras, cereales y proteínas necesarias podría fomentar hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana.
Patricia Clark y su equipo esperan que los resultados de este estudio influyan en los tomadores de decisiones para promover una alimentación más saludable y económica. En lugar de adquirir alimentos importados, se resalta la importancia de buscar opciones locales y más económicas para enriquecer nuestra dieta. Rescatar hábitos alimenticios tradicionales, basados en una mayor ingesta de verduras y frutas, es una de las claves para mejorar la salud pública y combatir la creciente prevalencia de sobrepeso y obesidad.
En conclusión, alimentarse bien no es un lujo inalcanzable. El estudio ofrece una valiosa evidencia que debemos tener en cuenta para tomar decisiones informadas sobre nuestra alimentación y, de esta manera, mejorar nuestra calidad de vida y prevenir enfermedades asociadas a una mala dieta.
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