Desplazado del Zócalo por los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, Andrés Manuel López Obrador anunció el inicio de una movilización pacífica en contra de la reforma energética y sin cubriese el rostro. “Procuremos dar la cara, no tenemos nada que ocultar”, dijo luego de proponer que la estrategia para detener la reforma sea pacífica y sin que nadie se cubra el rostro.
También llamó a sus seguidores a cuidar que no haya infiltrados, a quienes no definió como anarquistas sino como “halcones del gobierno”.
El líder del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) convocó a lo que llamó la “gran marcha nacional en defensa de la economía popular y del petróleo” el próximo 22 de septiembre del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino. “No hay otra opción”, aseguró. Para el domingo 15 de septiembre pidió que se hagan asambleas de información en todas las cabeceras municipales del país y en las 16 delegaciones del Distrito Federal de 10:00 a 18:00 horas.
Ayer, a partir de las 8:00 de la mañana las inmediaciones del centro se fueron cerrando a la circulación, incluyendo las calles de Juárez, Eje Central, Balderas, Bucareli e Independencia, así como la estación Hidalgo de la Línea 3 del Metrobús, a tan sólo unos metros del templete al que Obrador arribó unos minutos después de las 11:00 horas.
Los 50 mil asistentes al mitin, según cálculos de la Secretaría de Seguridad Pública, se extendieron sobre la Alameda Central, la explanada de Bellas Artes, Juárez y algunas calles aledañas como López e Independencia.
En Parque Alameda, los curiosos observaban a través de las puertas de vidrio cerradas del centro comercial. El grito “Fuera Peña” y las rechiflas a los helicópteros de la policía fueron la constante durante el encuentro.
El primer cuadro de la ciudad no sólo estaba rodeado de patrullas y vehículos de granaderos, sino también de decenas de camiones foráneos y microbuses estacionados alrededor de la Alameda, sobre Avenida Hidalgo, en Isabel la Católica y también sobre Bucareli.
Claudia Sheinbaum, el actor Damián Alcázar y el ex secretario de Desarrollo Social capitalino, Martí Batres, aderezaron el evento con una misma idea: las privatizaciones no solucionan nada.
“Ahora más que nunca adquiere relevancia lo que decía el presidente Juárez: con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, comenzó López Obrador con un público atento en su mayoría.
Otros, como un grupo de jóvenes de Tultitlán sentados arriba de un camión, estaban más preocupados por salir en las fotos.
AMLO aseguró que con los contratos de utilidad compartida que propone la reforma energética, las empresas extranjeras se quedarían hasta con el 50 por ciento de las utilidades del sector, que alcanzan un 90 por ciento de los 125 mil millones de dólares que produce anualmente.
“Somos millones y nos asiste la razón”, dijo como en tantas ocasiones, y el Himno Nacional cerró alrededor de las 13:00 horas un mitin con saldo blanco, que promete no violentarse.
(Marcela Nochebuena)