“Breve antimanual de cortesía chilanga”: @SalCamarena

Son esas pequeñas cosas que a más de uno pueden echarle a perder un poco el hígado. Hice esta pequeña lista el otro día, cuando por enésima vez no pude avanzar en una escalera eléctrica del metro que no estaba llena ni mucho menos, solo que gente que viaja junta decide que puede ocupar todo el espacio a lo ancho y si uno quiere transitar más rápido, pues simplemente no puede.

Son actos de elemental cortesía en los que los capitalinos no necesitamos a papá gobierno para que nos haga entender que la convivencia sería un poco más sencilla si todos pusiéramos algo de nuestra parte.

-Escaleras eléctricas del metro. Todo mundo sabe, y los chilangos también, que en los metros del mundo el que quiere no avanzar, se hace al lado derecho y deja el espacio libre. Aquí no hay manera.

-Uno y uno. En este rubro no hay que remitirse al extranjero. Hay ciudades del país en donde desde hace mucho se ha instalado –en cruceros donde no hay semáforo– la cultura del uno y uno. Por cada auto que pasa de una calle el turno le corresponderá a la vía de intersección. Hace cuatro años la organización Dejemos de Hacernos Pendejos (DHP) hizo una campaña a este respecto. Por ahí queda todavía algún cartel de una excelente idea que nunca adoptamos.

-El turno en la glorieta es del que ya va sobre ella. Con este, que se explica solo, dejo de lado los ejemplos sobre vialidad, pues es obvio que con protestas y pésima planificación vial todos encontramos pretextos para llegar al absurdo de echarnos en “tantito” en reversa en el Periférico o dejar a discreción el sentido de algunas calles.

-Lugares para discapacitados. A quién no le ha sorprendido ver lo rápidamente que en estacionamientos de plazas comerciales se llenan de autos los espacios reservados para discapacitados. ¿Cuántos de esos vehículos son de gente que realmente necesita esa facilidad? ¿La tercera parte?

-La invasión de las botellas de refresco llenas de “agüita amarilla”. Perdón si están desayunando o comiendo. Uno entiende que de repente alguien tenga que recurrir a improvisar un depósito pero, ¿por qué tirarlo en la vía pública?

-El peatón nunca es primero. Este se explica solo.

-Obstruir cocheras. En el último semestre he sabido de dos casos de gente que conozco que no pudo hacer que la policía quitara de inmediato a vehículos cuyos propietarios, por su regalada gana, se habían instalado frente a la entrada de su garaje. Las grúas no están al servicio de la ciudadanía. Y eso los abusivos lo saben.

-Y finalmente el parloteo por celular en el cine. No es que a uno no pueda sonarle el teléfono, es que se quedan hablando dentro de la sala.

No mencioné aquí dos plagas: ni los chicles que tapizan calles y aceras, ni mucho menos los huacales o las barreras con las que en los hechos se privatizan tramos de la vía pública.

Esta es mi lista. Lo de las escaleras eléctricas del Metro me desquicia: cuesta tan poco, y sin embargo demuestra tanto. En fin. ¿Tú qué agregarías a este pequeño antimanual de cortesía chilanga?

¡Anímate y opina!

*Periodista, colaborador de El Pais, columnista en La Razón y sinembargo.mx

(SALVADOR CAMARENA)