Fotografía cortesía
Un estudio reciente realizado por Amy Casandra Wrobleski de la Universidad Estatal de Pensilvania, Estados Unidos, y publicado en la revista de acceso abierto PLOS Climate, revela que todas las plantas y líquenes incluidos en la lista de especies en peligro de extinción de la Ley de Especies Amenazadas son altamente sensibles al cambio climático. Sin embargo, este hallazgo preocupa aún más, ya que se han identificado pocos planes concretos para abordar esta amenaza directa a la biodiversidad.
El cambio climático se prevé que tenga un impacto significativo en las especies de todo el mundo, sobre todo en aquellas que ya están en peligro de extinción. Aunque la mayoría de los organismos en la lista de especies amenazadas son plantas y líquenes, hace más de una década que no se realiza una evaluación sistemática del riesgo que el cambio climático representa para estas especies de flora.
Ante esta carencia, el equipo de Wrobleski adaptó herramientas de evaluación utilizadas para examinar la amenaza del cambio climático en animales salvajes y las aplicó a las 771 especies vegetales incluidas en la lista de especies en peligro de extinción.
Los resultados mostraron que todas las especies de plantas y líquenes de la lista están al menos ligeramente amenazadas por el cambio climático. Aunque la mayoría de la documentación reconoce al cambio climático como una amenaza real para estas especies, las medidas de protección actuales son insuficientes o inexistentes.
Los investigadores enfatizan la urgencia de tomar medidas directas para garantizar la recuperación de muchas de estas especies. A medida que las condiciones cambien durante el próximo siglo, se hace aún más importante establecer objetivos claros y precisos para recuperar las especies. Por lo tanto, instan a que estos hallazgos sean utilizados para ayudar en la planificación de la conservación de las especies amenazadas y fundamentar futuras recomendaciones para su inclusión en las listas y la planificación de su recuperación.
El cambio climático no solo impactará la vida de las personas, sino también afectará gravemente a las especies raras y amenazadas, así como a los ecosistemas con los que interactuamos diariamente. Se hace evidente la necesidad de desarrollar estrategias concretas para enfrentar esta amenaza y proteger la riqueza de la biodiversidad que aún podemos conservar.
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