En medio de una escena apocalíptica y con un Zócalo capitalino lleno de escombros, la Policía Federal recuperó la plaza de la Constitución por medio de la fuerza pública.
La llamada fue a las 16:00 horas, la orden fue impuesta por las autoridades y la entrada se hizo efectiva con escudos, toletes, tanquetas de agua y gas lacrimógeno para contrarrestar los ataques de presuntos anarquistas.
En los ingresos directos a Palacio Nacional se ubicaron varias barricadas colocadas por los anarquistas, para evitar el paso de los elementos federales.
Fue entonces cuando el choque inició y los manifestantes arrojaron piedras, palos, basura, petardos y hasta tanques de oxígeno que explotaron al momento de la llegada de los policías.
Un ingreso violento
La PF entró por las calles de Donceles, Tacuba, 5 de Mayo, Madero, 16 de septiembre, Pino Suárez, Moneda y Corregidora. Desarticularon las improvisadas barricadas de los anarquistas y la persecución comenzó, como un operativo antidrogas contra el narcotráfico.
La estampida humana se observó frente a la Catedral Metropolitana y los gritos de desesperación fue el sonido de un ambiente que lucía desolado y con policías persiguiendo a quien se les pusiera enfrente. Con las órdenes de “levantar” a quien se pusiera al frente y de golpear a aquellos que parecieran sospechosos, los efectivos recuperaron cuadra por cuadra el centro capitalino.
Golpes de agua Después de la persecución, las tanquetas de agua arribaron al Zócalo para dispersar a los manifestantes.
Chorros de agua fueron disparados a la multitud, sin importar la identificación de los asistentes, la PF no distinguió entre anarquistas, maestros, civiles, reporteros o fotógrafos, el baño era para todo aquel que estuviera en la línea de golpe. Algunos de los rijosos se acercaron a los policías y los retaron a golpes, de a uno a uno, ¿la respuesta? Un chorro de agua directo al cuerpo y patadas por parte de los federales.
Un enfrentamiento más
En los cruces de Izazaga y Eje Central un nuevo choque revivió la ira entre anarquistas contra policías, las piedras, como proyectil preferido, volvieron a volar en contra de los granaderos.
Fue entonces que la policía capitalina tomó parte del operativo y reforzó las líneas de su homóloga federal, para reprimir los brotes de violencia.
(David Rodríguez)