Fotografía cortesía
La comunidad agrícola de San Pablo y San Pedro Atlapulco, arraigada en la herencia otomí, ha celebrado con fervor la Fiesta del Divino Salvador o Señor de la Caña, una tradición que tiene profundas raíces en la bendición de los frutos de la tierra. La danza de arrieros, una manifestación cultural que ha resistido el paso del tiempo, fue oficialmente reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de México el 14 de abril de 2023. Esta distinción se debe a la perseverancia de las costumbres y tradiciones a lo largo de dos siglos.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se unió a las festividades de la mayordomía 2023-2024 en respuesta a la invitación de los líderes comunitarios. Maribel Villela Esquivel y Roberto Victorio Padua, entre otros, encabezaron este papel crucial. Cada año, la responsabilidad de la mayordomía se transmite a través de la asignación de manzanas, y este liderazgo se enmarca en la organización de las festividades, donde la danza de arrieros adquiere protagonismo.
En este evento de profundo significado, los habitantes, desde los más jóvenes hasta los ancianos, convergen en la ejecución de la danza. Maribel Villela Esquivel resaltó la importancia de esta actividad al subrayar su papel en compartir y mantener viva la herencia cultural. La celebración inicia con una procesión hacia la parroquia, donde se oficia una misa, y prosigue con la ejecución de la danza de arrieros.
Los participantes se visten con atuendos tradicionales que evocan la historia de los arrieros. En el transcurso de la danza, elementos como incienso, semillas de maíz y tortillas se fusionan con el Cristo en un marco musical, que ha evolucionado desde guitarras y violines hasta una orquesta completa. Esta tradición se origina en las experiencias de los arrieros que transitaban por Atlapulco transportando mercancías.
Desde su fundación en 1823, los forjadores de esta tradición, como Félix Solano y Camilo Zacarías, establecieron las bases para la danza de arrieros. Los cánticos, pasos y alabanzas honran la historia de estos antepasados y la dureza de sus travesías. Hoy en día, la alegría y la devoción son palpables en Atlapulco, donde seis mil residentes mexiquenses se unen para mantener viva esta herencia.
La Fiesta del Divino Salvador encapsula la riqueza cultural y el legado de la comunidad de San Pablo y San Pedro Atlapulco. Su reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial resalta su importancia para la identidad local y el tejido social, asegurando que las generaciones venideras continúen celebrando y protegiendo esta valiosa tradición.
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