Nacidos en Europa, pero reinventados en Nueva York, estos lugares especiales para disfrutar de una variedad de vinos han encontrado terreno fértil en la CDMX. Te recomendamos algunos
Por Cristina Salmerón*
Son lugares cuya existencia no requiere un gran espacio, la mayoría tiene una barra, mesas para dos y suelen estar a pie de calle, ahí, las copas de vino acompañan platos al centro. La invitación es a compartir, picar comida y aventurarse a probar la oferta de bebidas.
Los wine bars han encontrado un punto de ignición en colonias como la Juárez, San Miguel Chapultepec, Roma, Condesa y Narvarte. Es una tendencia gastronómica y de vida nocturna que apela a la relajación y la intimidad para conversar. En países como Francia, España o Italia, prosperaron por la cultura local de beber vino y acompañar con charcutería, quesos y pan, pero en Nueva York fue donde el concepto tomó esa forma actual que triunfa en la Ciudad de México.
Los bistrot (pequeños restaurantes) se volvieron una gran opción de negocio para restauranterxs porque no precisaban de un espacio amplio, de tanto personal, ofrecían una carta pequeña con comida sencilla pero deliciosa y una oferta de bebidas fáciles de servir como el vino. Es por eso que varios de estos establecimientos oscilan entre restaurantes petit y bares de vino.
En los wine bars se busca eliminar la asociación del vino con una clientela de alto nivel y reemplazar las listas abrumadoras de botellas por recomendaciones al copeo en una atmósfera informal. Se alejan de las vinotecas porque no tienen un ánimo de enseñar; eso les resta aire de superioridad moral y les suma desenfado.
En estas colonias de alta ebullición gastronómica, los wine bars se abren camino entre los speakeasy y los bares de coctelería que están entre los mejores del mundo. Son una nueva generación de bares.
Algunos para explorar
Melina
Ubicado en el cruce de Londres y Dinamarca, en la Juárez, este bistrot no se anuncia como wine bar, pero lo es. Tiene 14 etiquetas por copeo, todos son garantía al igual que su pequeño menú. Si quieres algo refrescante, pide Maximin, un vino blanco alemán. Prueba el aguachile de filete y el short rib, tan suave que parece mantequilla sabor carne. Este lugar te encantará por su decoración, pero te quedarás por lo que consumas. El costo de las copas inicia desde los 160 pesos.
Manada
La experimentación aquí es con vinos naturales y mexicanos. El ambiente es de lo más relajado y su carta de vinos tiene unas 10 etiquetas para probar por copeo. En su menú tienen botanitas buenas para compartir, pero se recomienda el sandwich de sobrasada, el jocoque y la tostada dulce. A veces hacen drink & draw o colaboraciones. Lo encuentras en Diagonal de San Antonio 1923, colonia Narvarte. El costo de la copa arranca desde los 60 pesos.
Brutal
Aunque tiene pinta de tienda de vino, ofrece la experiencia de wine bar. Es una locura, porque tienen unas 250 etiquetas de todo el mundo y se puede probar por copeo. Su lema es “La barra que hace amigos a desconocidos”, puedes ir solx y seguro acabas hablando con alguien. Pide charcutería y aceitunas, sencillo y delicioso. Los vinos naranjas te podrían sorprender. Lánzate a General Juan Cano 42, en la colonia San Miguel Chapultepec. Las copas van desde los 170 pesos.
NIV
Este nuevo lugar ha ganado fama rápidamente. Es llamativo por su diseño minimalista vintage, pero lo mejor de aquí es que ofrece vinos de pequeños productores y un menú gastronómico con inspiración internacional; basado en productos de temporada, la carta está sujeta a cambios frecuentes. En el backroom puedes encontrar velas, vinilos, mezcal y snacks late-night. Se ubica en Atlixco 132, colonia Condesa. Las copas van desde los 190 pesos.
*Texto adaptado para + Chilango