Ex haciendas pulqueras, formaciones rocosas impresionantes y duendes (¿reales?). Este es tu llamado para visitar Huasca de Ocampo, primer pueblo mágico de México
Por Rodrigo Díaz*
Mi asiento es un hongo gigante. Bueno: un banco de madera tallada y pintada para asemejar un hongo gigante. Estoy en medio de un salón semiabierto, donde pululan asientos idénticos al mío. Al frente, sobre un escenario hechizo, cuelgan pinturas amateur de hadas, gnomos y chaneques.
La guía del Museo del Duende, cerca de Huasca de Ocampo, Hidalgo, repite el monólogo memorizado que da inicio al tour:
“Los duendes son seres traviesos que viven en los bosques, ¿sí los han visto o no los han visto?, que les gustan las cosas brillantes, ¿a poco no les ha tocado?, entre ellas las envolturas de dulces y sobre todo las piedras preciosas, y por eso, es por eso, por eso es que hay tantos duendes acá en Huasca, acá en las minas de Huasca, porque están lampareados con los minerales de acá de Huasca”.
Rodeada de esculturas de madera pequeñas y grandes de representaciones duendísticas de todo el mundo, habla de los duendes como entidades reales. Y con justa razón: los duendes, en Huasca de Ocampo, son mucho muy reales.
Este lugar, aproximadamente a dos horas de Pachuca, fue el primer pueblo mágico de México, allá en 2001. Su origen se remonta a la época colonial, cuando la región empezó a ganar importancia por la minería y el pulque, a los cuales les debemos las bellezas arquitectónicas de la zona: las famosas haciendas de Santa María Regla y San Miguel Regla.
Pero, más que las haciendas, la belleza de Huasca está en sus formaciones minerales, sobre todo los prismas basálticos, creados por el enfriamiento lento de la lava hace millones de años; estos “tubos de roca” ofrecen un espectáculo visual impresionante.
¿Pero y los duendes? Resulta que en todas las zonas mineras del mundo siempre se ha creído que seres minúsculos se dedican a cuidar la brillante riqueza del suelo. Y Huasca no es la excepción. Es por eso que, tanto en el parque de los prismas basálticos como en los alrededores, encontrarás tiendas de joyería con cuarzos en todas sus modalidades, y duendes a la venta.
También puedes visitar uno de los dos museos del duende que hay; más que por su cualidad de museo, vale la pena visitarlos para entender la cultura de la zona, para ver la presencia que estos seres tienen entre la gente y la devoción que provocan.
Para hospedarse
Aunque en el pueblo existen muchas opciones, puedes aprovechar la zona boscosa para optar por glampings. Por ejemplo, Pinochueco (pinochueco.com) ofrece cabañas grandes para familias (algunas tienen incluso jacuzzi), pero también pequeños glampings para una o dos personas a precios accesibles. Por otro lado, Namasté Cabañas (namastehuasca.com), con alojamiento de estilo rústico pero sin olvidar el wifi, combina servicios como masajes y temazcal.