Entrevistamos a las madres y tías de víctimas de feminicidio en Ciudad de México. En el mejor de los escenarios, han logrado continuar su vida aún con el vacío que deja una muerte violenta; en los peores, siguen en el largo camino por el acceso a la justicia
Por Daniela Rea y Lydiette Carrión*
México es un país en el que los feminicidios siguen siendo una grave problemática. Cada día, en promedio, 9.33 mujeres son asesinadas. Y cada día en la prensa hay una historia de feminicidio que reemplaza a la anterior, así la opinión pública rara vez sabe o entiende lo que ocurre después. Por ejemplo, no sabe si lo que leyó sobre una joven fue verdad, si fue una construcción narrativa para vender un periódico o si se trató de un invento de la defensa para ensuciar la memoria de la víctima. Por falta de este seguimiento, la gente no sabe si el feminicida ya ha sido sentenciado o todo continúa en un limbo jurídico.
Con la intención de mantener la memoria viva, entrevistamos a las madres y tías de víctimas de feminicidio en Ciudad de México.
Yang
El 21 de septiembre del 2014 a Yang la encontraron muerta en su departamento. Su cuerpo estaba golpeado y había sufrido asfixia. Tenía 21 años y era la más pequeña de tres hermanas.
Ese día, Mónica Borrego, su mamá, recibió una llamada del papá de Juan Humberto Martínez Cortés (JH) para decirle que su hija sufrió un accidente. Yang y Juan Humberto tenían una relación de pareja de cuatro años con constantes episodios violentos. JH dijo que la encontró colgada con una bufanda, intentó bajarla para salvarla y sin querer golpeó el cuerpo.
Las autoridades de la entonces Procuraduría de Justicia del Distrito Federal abrieron una averiguación previa bajo la hipótesis de suicidio. Dos años después, el 4 de agosto del 2016, decidieron el no ejercicio de acción penal en contra de la expareja de Yang.
A finales del 2016, Mónica revisaba Facebook y encontró una foto de JH junto a la noticia de la muerte de una joven, Campira Lisandra Camorlinga Alanís, quien según los medios se había suicidado, como Yang. “Yo le dije, le advertí al abogado: a este cuate se le hará muy fácil hacerlo otra vez”, recuerda Mónica.
El feminicidio de Campira le dio más elementos a Mónica para luchar y el 6 de mayo del 2021 logró que la ahora Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México solicitara la detención de JH por feminicidio agravado. Dos años y medio después, el 24 de noviembre del 2023, fue sentenciado a 52 años de prisión.
El dolor por la pérdida nunca acaba, dice Mónica, pero sí, la vida sigue. Y ella decidió saldar una deuda personal regresando a la universidad, lo que no pudo hacer cuando joven por dedicarse al cuidado de sus hijas. Eligió Trabajo Social porque desde ahí le gustaría transformar la vida, el entorno de estas luchas.
Fátima Cecilia
El 11 de febrero del 2024 se cumplieron cuatro años de la desaparición y feminicidio de Fátima Cecilia. Fue vista por última vez al salir de la escuela Enrique C. Rébsamen, en Xochimilco, de la mano de una mujer que no era su mamá. Cuatro días después, su cuerpo de siete años fue encontrado dentro de una bolsa de plástico, a menos de 3 kilómetros de distancia de la escuela. Tenía huellas de tortura física y sexual.
A cuatro años de ese feminicidio, Gladis Giovana “N” (la mujer que recogió a Fátima de la escuela) y Mario Alberto “N” (su pareja), siguen en proceso penal. En las próximas semanas iniciará la audiencia por el delito de feminicidio, secuestro y diversos delitos sexuales. Ellos fueron detenidos el 19 de septiembre del 2020, luego de una campaña de denuncia en los medios. La defensa de Fátima Cecilia pide la pena máxima de 70 años.
El crimen contra Fátima también dejó ver fallas por parte de autoridades judiciales y educativas. En el caso de las judiciales, se inició un proceso penal en contra de cuatro policías de investigación y dos ministerios públicos por dilación al iniciar la carpeta, al enviar patrullas para buscarla y la mala investigación. El proceso penal se suspendió por acuerdo de las partes y los funcionarios fueron sometidos a un proceso de capacitación, disculpa pública y reparación del daño (que está en proceso).
En el caso de las autoridades educativas, la defensa de Fátima inició una denuncia por omisión de cuidados; sin embargo, se quedó en etapa inicial al entrar en un acuerdo con la señora Magdalena Antón, mamá de Fátima, explica Ana Katiria Suárez, la abogada de la familia.
Antes de la desaparición y feminicidio, Sonia López, tía de Fátima que encabeza la lucha por la justicia, denunció ante el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) omisiones de cuidado y negligencia, pero la instancia gubernamental no atendió y lxs vecinxs no quisieron testificar por considerar que “no era su problema”. Probablemente, dice Sonia, si esas denuncias hubieran sido atendidas, Fátima estaría viva.
*Texto adaptado para + Chilango. Este reportaje se realizó con el apoyo de ONU Mujeres