En los últimos 50 años se ha ido derrumbando la creencia de que la mujer alcanza su autorrealización sólo con la maternidad. Ahora, nuevas generaciones encuentra libertad y espacios para reflexionar si recorrer este camino o probar otros rumbos igual de válidos
Por María Antonieta Barragán*
La maternidad ha dejado de idealizarse y de ser “lo más natural del mundo”. En las últimas décadas, las mujeres han iniciado una profunda reflexión sobre el tema desde dos vertientes polémicas: elegir no ejercer la maternidad y el arrepentimiento por ser madres.
Ahora cuestionan la maternidad y la problematizan, ofrecen resistencia al “mandato biológico”, a seguir aceptando que el núcleo de la femineidad está en la crianza y rechazan que su único valor social sea ser madre de alguien. Para las mujeres jóvenes que están en posibilidades de analizar su decisión, se abre una nueva estrategia para saber si realmente es un deseo a conciencia o sólo responde a una construcción cultural que, desde la segunda mitad del siglo XVIII, ha sido el discurso estereotipado.
Irán Sosa, fundadora junto con Isabel Cortés de la comunidad Nunca madres (en Facebook e Instagram), reconoce que por primera vez hay una generación que tiene la libertad y los espacios para reflexionar si quiere recorrer el camino de la maternidad o probar otros rumbos igual de válidos.
En los últimos 50 años el tema se ha ido abordando poco a poco. Ha tenido puntos de inflexión, de retrocesos y avances, pero el debate cada vez es más público y alentador. Los antecedentes de lo que algunas estudiosas del tema, como Lina Meruane, llaman la “revolución de las sin hijxs”, se remonta a los años 70 con el libro The Baby Trap, de Ellen Peck, donde se aborda por primera vez la no maternidad y las diversas posibilidades de realizarse plenamente sin la necesidad de ser madre.
Una década después, en 1980, la socióloga francesa Elizabeth Badinter, en su libro ¿Existe el instinto maternal?, advertía que había que desligar el instinto maternal de la naturaleza femenina y dejar de considerar anormales a las mujeres que deciden no procrear. Apuntaba también que hay que abandonar la idea de que lo natural es tener hijxs y poner atención en la gran diversidad de deseos femeninos que no pasan por la maternidad.
A partir de ese momento se puede decir que empezó una marea, sobre todo en Estados Unidos, de organizaciones, clubes y agrupaciones que reivindicaron la feminidad no maternal. Está el caso de Leslie Lafayette, que en 1995, en California, fundó la asociación Childfree Network, la cual luchaba contra las posiciones pronatalistas y defendía las ventajas de la vida sin hijxs. La red llegó a extenderse a 35 ciudades estadounidenses. Paulatinamente, por la tecnología digital, han surgido en otros países comunidades, portales, páginas, plataformas, foros, podcast y más proyectos que defienden el derecho a no maternar.
No es de extrañar el éxito y la proliferación de estos sitios si las encuestas que se han realizado a lxs estadounidenses sobre la importancia de tener hijxs reporta que 23% de lxs menores de 30 años lo considera “muy importante” cuando en 1998 ese porcentaje era de 59%. Pero este desinterés no sólo afecta a Estados Unidos, también un estudio de la Universidad de Washington reveló que para el año 2100, en 183 países de 195, la tasa de fertilidad estará por debajo de los niveles requeridos para reemplazar a la población.
También en México
No sorprende que también en nuestro país el tema de la no maternidad tenga resonancia. Cada vez hay más simpatizantes como lo demuestra la comunidad Childfree México, que en Facebook cuenta con 21 mil usuarixs, o el caso de Nunca madre, de reciente creación y que a diferencia del resto de este tipo de grupos, brinda acompañamiento por medio de talleres, charlas y conferencias para brindar un apoyo informado sobre el péndulo emocional que una mujer joven vive en el proceso de decidir por qué sí o por qué no ser madre, así como abordar el miedo a la vejez cuando no se tienen hijxs o el arrepentimiento al haber tomado esa decisión.
Es innegable que detrás de este nuevo comportamiento femenino ante la maternidad confluyen varios factores como es la incorporación de la mujer a la educación (las mujeres en México, en 2021, representaron el 53.5% de la matrícula en instituciones de educación superior), el acceso al mercado laboral y la oferta de múltiples opciones para el control de la natalidad.
Pero lo que está en el fondo de esta transformación cultural y que es un hecho histórico de gran trascendencia es que las mujeres de esta generación se han atrevido a cuestionar la maternidad. Es una rebelión que desafía al sistema patriarcal y manda un mensaje contundente a la sociedad: no existe el instinto maternal, no están dispuestas a ser carne de cañón para abastecer el mercado y su autonomía corporal no se negocia.
*Texto adaptado para + Chilango