“El credo chilango que niega al crimen”

Una vez, en una de esas reuniones que todos los días se hacen en los medios para revisar lo que se va a publicar, unos compañeros llegaron muy contentos a presumir sus hallazgos periodísticos.

Trabajaban en la sección local. “Hemos ubicado ‘narcotienditas’”, dijo muy orondo uno de ellos. “¿Cómo?”, preguntó un directivo. “Sí, fuimos a varias colonias, dijimos que queríamos comprar droga, y nos llevaron a donde vendían. Y aquí tenemos la prueba”.

Dejemos por un momento de lado el espinoso tema de violar la ley como método para hacer periodismo. Lo que a más de uno sorprendió de aquella iniciativa fue que hayan decidido salir a “buscar droga” como si fuera difícil encontrarla cuando, por ejemplo, por aquellos años los dealers atendían pedidos a domicilio gracias a los por entonces populares beepers, esos receptores de mensajes que uno cargaba cual godínez en el cinturón.

De lo anterior me acordé ayer por la mañana cuando leí en el diario una nota sobre un estudiante de gastronomía detenido por vender marihuana escondida en, según la información de Reforma, “muffins de chocolate, hot cakes, enchiladas y hasta mole y la vendía en preparatorias y Colegios de Ciencias y Humanidades de la UNAM”.

 ¿Drogas en la UNAM?, se preguntará alguno. Pues sí, como en cualquier otro lugar de la Ciudad de México, en donde sin embargo parece que los que aquí habitamos tenemos un credo que abraza como uno de sus principales dogmas la aseveración de que aquí no hay drogas, de que aquí no hay tampoco crimen relacionado con las mismas.

Ese credo chilango es resistente. Tanto que no le hacen mella noticias mucho menos anecdóticas que la de los muffins de mota como, por ejemplo, la de ayer que daba cuenta de sendos asesinatos en la Gustavo A. Madero y Tláhuac, crímenes de los cuales, según reforma.com “no se había precisado el móvil del crimen, pero se manejaba un conflicto ligado a un ajuste de cuentas por la compra y venta de drogas en la zona”. El credo resiste esa información lo mismo que reportes semanales de homicidios tipo ejecución en varias delegaciones, e incluso casos como el ajusticiamiento de un empresario en la zona rosa hace dos meses.

Ese credo chilango resiste también las frías estadísticas. Nada le hacen las cifras dadas a conocer la semana pasada por el secretario de Seguridad Pública Jesús Rodríguez Almeida, que reportó que en tres meses fueron detenidos 1,222 narcomenudistas. El funcionario abundó el 4 de abril que dos terceras partes de las operaciones de narcomenudeo ocurren en cuatro delegaciones: la GAM, Cuauhtémoc, Azcapotzalco e Iztapalapa y que ha habido en estos meses un aumento de 13% en homicidios dolosos.

Y a pesar de lo anterior el credo chilango negacionista no admite réplica.

Así que aunque las drogas y el crimen sean evidentes, nosotros estamos como aquellos antiguos colegas míos, tratando de ver cómo probamos la existencia de algo que simplemente no queremos ver.

¡Anímate y opina!

*Periodista, colaborador de El Pais, columnista en La Razón y sinembargo.mx. Para Más por Más ya pronosticó la priización del DF y dejó en evidencia las fallas constantes de Ecobici.

(SALVADOR CAMARENA)