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Pasan muchas cosas en la delegación Cuauhtémoc, la más caótica de la Ciudad, como para que no ocurra nada con su jefe delegacional, Alejandro Fernández.
A los hechos violentos de las últimas semanas, habría que sumar los giros negros que operan por docenas en la demarcación, la prostitución que crece incluso a unas cuantas cuadras de la jefatura delegacional, el desorden entorno al tema de los parquímetros, y el ambulantaje que opera frente a los ojos cómplices de las autoridades locales.
A meses de iniciada su administración, el delegado ha demostrado grandes dotes, pero para evadir su responsabilidad. Nada le toca, todo lo evade. No asume su encargo, echa la bolita. Patea el bote, pretende que alguien más lo recoja. Se lava las manos.
Las 41 colonias y los 531 mil habitantes en la Cuauhtémoc padecen a un delegado que brilla por su ausencia. Alejandro Fernández cierra los ojos ante la realidad que lo rebasa. Se deslinda, se desmarca.
El delegado no ve, o no quiere ver que la inseguridad se le sale de las manos. Quizá tampoco lea los periódicos, y no se entere que Garibaldi, la Condesa, la Zona Rosa y Tepito ocupan los espacios informativos por el incremento en la comisión de delitos de alto impacto. Quizá no esté al tanto que su administración es la encargada de autorizar, revisar y sancionar los establecimientos mercantiles que operan fuera de la legalidad.
Probablemente Fernández no esté enterado de los 49 mil comerciantes ambulantes que convierten a la Cuauhtémoc en la demarcación con mayor informalidad, y que, generan ganancias para los 80 líderes de comerciantes que operan en la delegación, por 8 millones 200 mil pesos, diarios (de acuerdo con Procénthrico). Probablemente prefiera darle la vuelta al tema porque, como lo dijo, considera al ambulantaje “una tradición mexicana”.
A lo mejor, tampoco está al tanto que la demarcación que dice gobernar, es puntera, pero en el ranking en narcomenudeo y robo de automóviles en la Ciudad.
Desde su oficina en el tercer piso del edificio delegacional, en la colonia Buenavista, todo luce maravilloso. No pasa nada. Y si pasa, no le toca a él resolverlo.
En entrevista para Proyecto 40, Fernández se desmarca. Para él, gobernar es eludir. Para él, en la Cuauhtémoc no hay “giros negros”, porque “los giros negros como concepto no existen”. Así de fácil le da la vuelta a la realidad.
Si en las últimas semanas su delegación ha estado en el ojo del huracán, por la ola de inseguridad, él nada tiene que ver.
Sobre la desaparición de 12 jóvenes del Heaven, en la Zona Rosa, declara, quitado de la pena: “¿A quién le toca investigar una desaparición? Al ministerio público, ¿A quién le toca cuidar las calles? A la Secretaría de Seguridad Pública, ¿A quién le toca ser parte y señalar lo que esta ocurriendo en una ciudad? A sus ciudadanos”.
¿Y el delegado? De adorno. Quizá le queda grande el cargo.
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