Foto: Josué Huerta

El encargado de velar por la vida de la última panda en México

Por: Redacción

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Elías García logró comunicarse con un silbato y señas con las pandas del Zoológico de Chapultepec, una proeza

Por Josué Huerta 

Siendo realistas, a México le queda poco tiempo para estar dentro de la lista de países que tienen al menos un panda. Con el afán de un padre, Elías García Ramírez ha sido el principal responsable de que ese trágico, pero irremediable momento, tarde en acontecer. Llega temprano, a las 6 de la mañana, corta el bambú, lo desinfecta en una pileta, lo lleva al espacio donde Xin Xin suele comer, verifica que todo el entorno esté en orden y que la hamaca favorita de la panda esté a la altura que a ella le gusta.

Abre las puertas del cuarto, la osa sale a paso lento y se sienta para comer el bambú que le dispusieron usando garras y muelas, un acto por demás hipnótico para los pocos visitantes que estamos a esa hora en el Zoológico de Chapultepec.

Elías no sabe que estoy entre los hipnotizados. Detrás de mí lo escucho musitar cierta queja acerca de que los visitantes nos quedemos mucho rato pegados al vidrio viendo a Xin Xin. “Imagina que estás comiendo y tienes a muchas personas viéndote”, oigo que le dice a alguien, para luego sugerir que es mejor que como visitantes, sigamos circulando para no perturbar al animal.

El comentario no me molesta. Pienso que quizá sea eso, ponerse en el lugar de los pandas, lo que ha hecho de él un brillante cuidador y que, como resultado de ello, las últimas cuatro pandas que ha tenido México alojadas en el Zoológico de Chapultepec, hayan sido de las más longevas del planeta.

Con un silbato

Cuando Elías llegó al área de los pandas en 1997, los especialistas y cuidadores de entonces usaban unos cuartos de barrotes que se estrechaban para inmovilizar a estos osos, a fin de poder auscultarlos, realizarles inspecciones ginecológicas o aplicarles medicamentos sin el riesgo de ser mordidos o recibir un zarpazo.

Elías se dio cuenta temprano que tal método producían estrés en los cuatro pandas que entonces había: Liang Liang, Xiu Hua, Shuan Shuan y Xin Xin, así que empezó a buscar ayuda para aprender a adiestrarlas en Bienestar Animal de la UNAM, el Zoológico de Guadalajara y en Africam Safari (todo esto en la teoría, porque el Zoológico de Chapultepec es el único que cuenta con pandas), a fin de que ellas mismas cooperaran en su manejo y las jaulas de contención dejaran de usarse. 

Con el conocimiento recién adquirido, el cuidador se convirtió en encantador de pandas, porque para  2010, sin más ayuda que un silbato y señales hechas con las manos (mismas que se traducen en comandos), las pandas aprendieron a abrir el hocico para la revisión de sus muelas, pararse en dos patas para el chequeo de sus órganos internos, acostarse para la auscultación ginecológica, y poner el brazo para las inyecciones de vacunas o medicinas.

Pero parece más fácil de lo que en realidad es, porque en aquel año, cuando Elías logró la proeza, Xiu Hua, Shuan Shuan y Xin Xin tenían 25, 23 y 20 años, respectivamente, consideradas muy mayores para iniciar con el aprendizaje. También, de paso, el encantador de pandas se convirtió en un revolucionario en la materia por la no aplicación de castigos para hacer que estos animales hicieran lo que se les pedía. 

Eternos recién nacidos

Esta dedicación a los pandas del Zoológico de Chapultepec le ha valido que en su casa le llamen “pandita”, no fue él quien me lo dijo, sino su padre y su hermana menor, quienes por años han visto cómo en la computadora personal de su casa, Elías ha guardado miles de archivos sobre lo que se ha investigado de los pandas en cada rincón del planeta. Estos osos se han convertido en su vida.

Pero esta íntima conexión con los pandas también le ha traído algo de tristeza; cuando murió Xiu Hua, en 2013, Elías no pudo contener el llanto al verla inerte en la plancha, él le agradeció por los momentos que pasaron juntos, por lo mucho que le enseñó sobre su especie, y con pesar, se despidió de ella. 

Una de las razones por la que los pandas nos causan tal atracción y cariño son por sus permanentes rasgos neoténicos, es decir, su apariencia de recién nacidos: cabeza grande, cuerpo rechoncho y extremidades cortas como un bebé. Un ardid de la naturaleza para cuidar de ellos. Tal vez Elias es víctima de tal ardid, quién sabe; como sea, gracias a ello estos animalitos han vivido más. 

No me atreví a preguntarle qué piensa de que Xin Xin, la última panda que queda en el Zoológico de Chapultepec, se acerque a una edad cada vez más peligrosa. Me quedo con lo que me dice: que en el Zoológico de Chapultepec, él y todo un equipo de especialistas, hacen todo por cuidar y alargar la vida de Xin Xin, probablemente la última panda que tendrá México.