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El gigante del abasto y del desperdicio de alimentos

Por: Redacción

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Mientras que muchxs chilangxs carecen de una alimentación nutritiva, toneladas de frutas y verduras se tiran a diario en la Central de Abasto

Por Angela Molina

La Central de Abasto (CEDA) es el principal centro de suministro de alimentos en el país y también el que produce la mayor cantidad de residuos de alimentos en la Ciudad de México. En 2023 reportó una generación de 438.30 toneladas al día de basura, de las que 258.90 toneladas (es decir, el 59.97%) fueron residuos orgánicos como restos de alimentos.

De acuerdo con datos del Centro de Acopio y Recuperación de Alimentos ITACATE (Innovar, Transformar, Alimentar, Central de Abasto, Tu Espacio), en todo el país se desperdician 20.4 millones de toneladas de alimentos al año, es decir, 170 kilogramos anuales por persona.

Añade que se desperdician el 57% de las frutas, el 54% de los pescados y mariscos, el 34.8% de la carne de res, el 30% de los cereales, el 22% de las legumbres y el 20% de los lácteos. Tal pérdida contrasta con la realidad de más de 1 millón de chilangas y chilangos que enfrentan la carencia de acceso a una alimentación nutritiva y de calidad, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

En este contexto se han emprendido acciones para tratar de recuperar y redistribuir los alimentos que aún están en buen estado. ITACATE presume de rescatar parte de estos alimentos que se tiran en la Central de Abasto para destinarlos a la población prioritaria de la CDMX que atiende la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social. Cabe recordar que la dependencia opera 600 comedores sociales que en conjunto sirven cerca de 80,000 raciones alimenticias diariamente a un costo de $11.

Donaciones, otra forma de evitar el desperdicio

Distintxs comerciantes del CEDA contaron + Chilango diario que desconocen la existencia y labor de ITACATE. “En el tiempo que llevo aquí nunca nadie de administración se ha acercado a pedirnos absolutamente nada”, dice Rodrigo, comerciante de lácteos y embutidos.

Lo que sí les consta es que gente perteneciente a clínicas de rehabilitación, grupos de autoayuda, anexos, albergues, grupos religiosos o de los cinco bancos de alimentos que existen en la capital acuden a la Central de Abasto para pedir como donación el producto que no cumple con los estándares estéticos y de calidad para vender, como frutas o verduras golpeadas, magulladas o muy maduras.

“La fruta que es más madura, una parte la pongo en venta y otra parte se la llevan ellos. Son diferentes grupos de personas, vienen de los alcohólicos, son los que más vienen por este alimento”, explica Alan, otro comerciante del lugar.

Eva, vendedora de frutas y verduras, cuenta que dona casi diario de dos a tres kilogramos de fruta como fresa, frambuesa, manzana y guayaba. Este desperdicio también representa una pérdida económica para ellxs, de entre $600 y $800 semanales.

De acuerdo con los distintos testimonios, la recolección de estos productos sucede por las mañanas y al menos tres veces a la semana. Pero incluso con las donaciones que realizan los vendedores, el desperdicio de los 90 mil 737 comercios de la CEDA sigue siendo enorme.

“Lógico que te sientes mal tirando todo eso, pero a veces así es. Se tiene que tirar, no hay de otra. Por ejemplo, ahorita que terminó la temporada de las cerezas se tiraron a la basura cinco o seis termos, fue una pérdida millonaria. Hay productos que de verdad son pérdidas catastróficas y es una tristeza muy grande”, lamenta Francisco, otro vendedor.

Algunxs comerciantes consideran que se podría hacer más para evitar que todo ese alimento termine en la basura. Otrxs consideran que es inevitable. “No se puede porque todo esto es perecedero. Para empezar tienes que comprar camiones modernos, equipados con refrigeración, por eso es imposible. Y hay productos que no se pueden refrigerar y hay productos que necesitan refrigeración”, explica Francisco.

Además, comenta que muchas personas tampoco quieren llevarse esos desperdicios porque implican más gastos que beneficios, como transportarlos o refrigerarlos, por lo que la mayoría termina en los contenedores de basura.

Impactos ambientales

El desperdicio alimentario en la CEDA no sólo genera un impacto social y económico, sino también ambiental. Los residuos orgánicos que no son tratados adecuadamente se convierten en una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero, agravando el problema del cambio climático. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), de 8% a 10% de las emisiones totales de gases y compuestos de efecto invernadero, a nivel global, están ligadas a los residuos de alimentos.

La falta de coordinación entre autoridades, comerciantes y organizaciones dedicadas a la recuperación de alimentos sigue siendo un obstáculo importante para reducir el desperdicio. Mientras tanto, toneladas de alimentos que podrían alimentar a miles de personas terminan en los basureros de la ciudad.