Libros, dulces, discos, carteras y “artículos de novedad” forman parte de la amplia gama de productos que aún pueden comprarse en los vagones de la Línea 2 del Sistema de Transporte Colectivo (Metro), aún con la presencia de policías.
El pasado sábado 16 de agosto recorrimos todas las estaciones de la línea para certificar lo que habían dicho las autoridades capitalinas: que el número de los llamados “vagoneros” se había reducido y que este comercio estaba prohibido.
El viaje comenzó a las 11:11 horas en la estación Tasqueña, donde más de una decena de policías resguardaba la zona central de los trenes. Me subí al último vagón del tren –en el que viaja menos gente – y ahí comenzó la compra.
Una señora abordó aún con la presencia policiaca para vender tres libros populares: Los Cuatro Acuerdos, de Miguel Ruiz; el Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz, y Bajo la Misma Estrella, de John Green.
Los primeros dos costaban 30 pesos, mientras que el ejemplar escrito por Green, 60.
— ¿Por qué tan caro? — Pregunté.
— Porque es una novela nueva que está hasta en los cines — contestó la vendedora.
Mientras recorría las estaciones, más vendedores subieron y había menos policías resguardando los vagones, a diferencia como ocurre entre semana. Y los “vagoneros”, vendían sin temor a represalias.
En General Anaya, un joven nos vendió unas tijeras “tipo estilista” a 10 pesos. En Nativitas, escuché el poema “Instantes”, de Jorge Luis Borges. Fue entonado por un señor, de mediana edad, que pedía una “aportación voluntaria”.
Al llegar a Viaducto, una mujer abordó con varias bolsas que incluían un par de audífonos de la marca “Rider”. De acuerdo con la vendedora, el precio en tiendas es de 80 pesos, pero yo lo pude adquirir a tan sólo 20.
En San Antonio Abad, compré unas “Perlitas de Propóleos y Extractos de Plantas” a cinco pesos; en Hidalgo, una revista llamada “El Salto”, a 10.00 pesos; y en Panteones, pagué 5 pesos por dos paletas de chamoy de la marca “Miguelito”.
Alrededor de las 11:50 horas llegué a la terminal de Cuatro Caminos y, aunque ya había gastado 80 pesos en productos, decidí regresar a la estación Tasqueña para certificar que los “vagoneros” siguieran haciendo “su agosto”.
En Cuatro Caminos compré un pizarrón “mágico” con plumín y borrador por 10 pesos. En Tacuba, me hice de un paquete de lápices, plumas y sacapuntas por diez pesos. En total gastamos 100 pesos.
Nuestras compras cesaron, pero los “vagoneros” siguieron vendiendo. En el recorrido inicial, pudimos observar a 6 vendedores, mientras que en el regreso abordaron 12. Además de ellos, dos personas con problemas físicos se subieron a pedir dinero.
LOS PERSONAJES DEL METRO
El molesto
En la estación Cuitláhuac, subió un vendedor de discos con música “salsa”, estaba equipado con una bocina encendida a todo volumen. El ruido que emitía el “bocinero” lo tuvimos que soportar durante tres estaciones.
La opulenta
En la estación Viaducto, abordó una mujer para vender audífonos “de liga” de la marca Rider a 20 pesos. Al pagar con un billete de 50, la señora sacó un fajo lleno de billetes de entre 50 y 20 pesos, para buscar algo de cambio.
La fugitiva
En la estación Villa de Cortés, una mujer que vendía chocolates de la marca Hershey’s tuvo que apurar a una compradora para tomar el producto, ya que se le había advertido de la presencia de policías en dicha estación.
EL ARCÓN DE NOVEDADES
Con los 100 pesos logramos comprar 8 productos diferentes, entre cosas útiles, recreativas y hasta golosinas:
1 Libro “Los Cuatro Acuerdos”, de Miguel Ruiz $30.00 pesos
2 Paletas Miguelito de Chamoy $5.00 pesos
1 Bolsa de caramelo de miel, eucalipto y mentol $5.00 pesos
1 Par de audífonos de la marca Rider $20.00 pesos
1 Revista de política “El Salto” $10.00 pesos
1 Tijeras tipo estilista $10.00 pesos
1 Juego de plumas, lápices y sacapuntas $10.00 pesos
1 Cuaderno de dibujo para niños $10.00 pesos