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Más pronto que lo esperado, los 115 cardenales electores príncipes de la iglesia, nombran a su nuevo Cesar y de entrada matan dos pájaros de un tiro: el Cardenal Jorge Mario Bergoglio es nativo del continente americano -mayor reducto de católicos del mundo- y al mismo tiempo es italiano, que empezaba a ser una demanda de la curia romana.
Francisco I es mediático, poliglota , sano y aunque no joven, con la suficiente vitalidad para llevar las riendas de la catolicidad.
Suena raro pero hay dos papas: uno cansado y porqué no, harto y el otro todavía impresionado por el mandato y esperamos lleno de buenas intenciones.
No resultaron las profecías de Malaquías si consideramos el color de su piel.
No fue un Papa negro, pero si solamente atendemos a la ordenación de la que proviene, es Jesuita -llamados los sacerdotes negros– y ahí pudiera Malaquías estar en un acierto, sin olvidar que los Jesuitas son los rebeldes de la Iglesia.
Son los inconformes.
Son los socialistas.
Son los reformadores, por lo que pudiéramos estar en el vértice de grandes cambios o discusiones que lleven a la iglesia a un cisma o a una transformación.
El tiempo resuelve todo.
Por lo pronto la iglesia católica sabe que no puede seguir su deterioro y que algo ha de hacerse para rescatar la credibilidad perdida luego de tanto fraude, pederastia, degeneración, excesos que han hecho del vaticano un sinónimo de corrupción.
Corrupción que tal vez ya Benedicto XVI vea desde lejos en la televisión.
¡Anímate y Opina!
*Columnista. Conductor en Imagen
(Pedro Ferriz | MÁS POR MÁS)
