Spotify ya está, a partir de hace dos semanas, en México. Con algunos años de retraso, pero por fin llegó.
Para los no iniciados: Spotify es un servicio en línea (que funciona con casi cualquier sistema operativo) que permite a sus suscriptores acceder a un catalogo que incluye millones y millones de canciones. Es, al mismo tiempo, una red social.
Como en Facebook o Twitter, es posible estar conectado a amigos, conocidos y artistas o celebridades que te permiten revisar sus canciones favoritas, sus listas de reproducción o lo que en ese momento están escuchando. Hay dos versiones, la gratuita (costeada con anuncios y que solo funciona en las computadoras de escritorio) y la de la lujo (99 pesos al mes, funciona también en teléfonos y tabletas).
Hace poco entreviste a uno de sus ejecutivos y me aseguraba, entre otras virtudes, que es una manera legal de escuchar música a bajo costo. Me asegura que se pagan regalías a artistas y disqueras. También decía que gracias al volumen de su inventario musical, uno puede cargar todas las canciones del universo en la palma de su mano.
Yo, como buen escéptico, le recordé que no todos los artistas están contentos con el reparto de regalías que brinda Spotify: algunos aseguran que es muy poco lo que les toca, sobre todo los de disqueras independientes. También le recordé que no todos los artistas han aceptado integrar su obra a esta plataforma. De entrada, los Beatles son sus grandes ausentes, que en cuestiones digitales se mueven con gran lentitud. Y como ellos muchos otros.
El otro problema que le vi fue la lentitud del Internet local. Y ahí sí hablo de mi experiencia personal: en mi casa nunca tengo los 20 megas que me cobra la empresa de cable, y en hora pico no llego ni a los tres. Mi teléfono la mitad del tiempo no tiene red y cuando tiene se tarda siglos en bajar y subir fotos, canciones, correos electrónicos. Me imaginé manejando por Reforma, escuchando música entrecortada, interrumpida… Pero me aseguró que no, que Spotify funciona bien con el Internet mexicano.
Llegando a la oficina descargué el software de su sitio y lo instalé en mi ordenador. Puedo decir, con toda sinceridad, que al menos en estos primeros días de uso, lo he disfrutado. Me gusta saber que están oyendo mis compas. Me gusta que me enseñen canciones y descubrir sus secretos (sí, ya caché a un amigo dizque muy indie oyendo a Mijares).
Me gusta usar la función de “radio”: si una canción te agrada, le picas ese botón y te empiezan a mandar canciones en la misma onda. Me gusta encontrar las lista de reproducción de medios en los que confío, como NME o Pitchfork. No me gusta que con frecuencia me aparezca una leyenda que mas o menos dice así “Esta canción no esta disponible en tu país”, porque me hace sentir habitante de una republica bananera.
Vamos a ver si solo estoy contento con la novedad o si da para largo. Además, pronto enfrentará competencia diversa, como Rdio que también llegará pronto por estos rumbos y que según algunos es mucho mejor.
Mientras tanto, viva Spotify.
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