Evangelion, Humilde Manual De Instrucciones

Por: Redacción

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Gabriel Licea, columnista de + Chilango escribe sobre Evangelion, Humilde Manual De Instrucciones. Te invitamos a leerla

Por Gabriel Rodríguez Liceaga

A mí me tocó cuando llevabas tu cassette VHS virgen a Pericoapa (o con los piratas de Plaza Trico) y te grababan tres capítulos de Ranma ½ y un OVA de Gokú. Era un proceso similar a los dos pesos extra de salsa valentina en las papitas. Negociabas por el número de capítulos que cupieran en la cinta.

En ese entorno previo al cambio de siglo, Neon Genesis Evangelion era un producto inaccesible. Uno conocía a los ángeles geométricos y el extraño erotismo frío de Rei solo en las publicaciones de fotocopia engrapada que vendían como revistas especializadas. El mundo era eso: películas clonadas en el suelo, hentai en fotocopias pasadas por muchas manos, rumores sacadísimos de la manga acerca del manga de la Saga de Hades (Los Caballeros del Zodiaco). 

Cuando ya en el siglo XXI me mudé a EUA; una de las primeras cosas que hice fue inscribirme en un club de video rentas. Fueron varias noches de domingo viendo los DVD´s de Evangelion en un cuarto tristísimo dentro de un Extended Stay que parecía el purgatorio. El anime me encantó; en más de una ocasión se me revolvió el estómago; el final me pareció no sólo inexplicable sino la forma correcta para concluir historias en esta nueva era. Daba la sensación de que uno accedía a un contenido de otro orden, algo no diseñado para ojos no preparados, una caricatura sin cabida en el Canal 5 de mi era. 

Después crecí alejado de Evangelion. Supe que había remakes y películas, vi juguetes de Evas que ya no eran los de mi periplo tejano, personajes nuevos, mis coworkers más jóvenes ya la veían “bajada de internet” y se organizaban para verla en grupo proyectada en las paredes de sus departamentos. Entiendo que aparecieron dos películas que intentaban darle un final más claro al serial. Yo me aparté. Me aparté porque mi versión original de Evangelion me tenía contento. No necesitaba más. 

De pronto un meme, luego otro meme. Evangelion, a diferencia de muchos animes de mi juventud, seguía vigente. Supe de este esfuerzo de su creador por reinventar la trama para las nuevas generaciones en cuatro filmes nuevos, tampoco me importó. De pronto me di cuenta de que lo que me alejaba de ponerme al día es que no entendía cómo verla ahora. Necesitaba un tablero de direcciones cortazariano porque el desbarajuste Evangelion era precisamente eso. ¿Cuál ver primero? ¿Qué relación hay entre la que está en Netflix y la que vi en sendos discos compactos? ¿Con cuál empiezo? ¿Por qué tienen títulos tan mafufos?

Y noto que a muchos de mi generación les pasa lo mismo. No chocheemos. La ecuación es muy sencilla: vean las cuatro películas nuevas que están en Amazon Prime Video. ¡Véanlas! Nada las ata a sus predecesoras. Son un evangelio del nuevo génesis por sí mismas: complejas, animadas con amor y repletas de reflexiones válidas, son espirituales, filosóficas e intrigantes.

En el póster dice que están planteadas para las nuevas generaciones pero, ¡al diablo!, no olvidemos que todo se vale menos envejecer. Neon Genesis Evangelion fue, y es, el futuro. 

En la página final de Las Partículas Elementales de Houellebecq descubrimos que todo el tiempo estábamos leyendo una novela de ciencia ficción. Es hermoso. Con este nuevo Evangelion pasa algo similar pero al revés: no es una película de robots y naves espaciales; todo el tiempo estuvimos viendo una trama previa a la existencia, presenciamos los dramas, burocracias tecnológicas y batallas monumentales que ocurren para que un ser sea entregado al mundo.

Evangelion habla de las reminiscencias que todos tenemos de ese estadio cósmico que fue aun no haber nacido: luces, colores, padre, madre, el anhelo perenne de ser amados en nuestro paso por el mundo.