EN LA TORRE.
El jueves negro en la Ciudad de México pasó por una explosión e incendio en la sede de Petróleos Mexicanos, marcha del Sindicato Mexicano de Electricistas y plantones de demandantes de vivienda.
La capital del país se convulsionó por la tarde y hay fuertes indicios de que ningún funcionario de primer nivel en el Gobierno de Enrique Peña Nieto o de la Administración de Miguel Ángel Mancera tendrá descanso en los días siguientes.
A la tragedia que significa la pérdida de vidas se suma la vulnerabilidad de no pocas dependencias.
Hoy, a la par de visitar hospitales para ver la evolución de los heridos, se impone que los Gobiernos de la República y el local hagan una revisión exhaustiva de su atlas de riesgos. La seguridad de millones de mexicanos lo exige.
ABUSADOS.
Hay fuertes indicios de que en las crisis se conoce de qué están hechos nuestros gobernantes.
Para nadie es secreto que en los sismos de 1985 el entonces Presidente de la República, Miguel de la Madrid, se quedó paralizado.
Hoy las reacciones ante la tragedia en la Torre de Petróleos Mexicanos son de hacerse notar, quizá quien se llevó la “perla declarativa” es el Alcalde de Ecatepec, Pablo Bedolla.
El munícipe confirmó que había enviado “buzos” al lugar del incendio. ¿Pensará que la Ciudad de México todavía está en un lago?
MAL MANEJO.
Hay fuertes indicios de que desde una oficina de Petróleos Mexicanos se intentó minimizar la magnitud de la tragedia ocurrida ayer.
Los administradores de la cuenta de twitter @Pemex informaron en horas de la tarde que se estaba desalojando la Torre en el DF “por una falla en el suministro de energía eléctrica”.
Los 78 mil seguidores de la cuenta tuvieron esa información que la realidad terminó por rebasar.
La mala suerte también contradijo el tweet emitido al mediodía que decía textualmente “Es un logro para Pemex mantener los indicadores de seguridad por debajo del estándar internacional”.