FOTO: IG @CENTRALDEMUROS

24 de abril 2025
Por: Redacción

Guerra por el control de las bardas

Cada metro cuadrado de fachadas, muros y bardas en la CDMX es peleado por empresas, grupos políticos y artistas callejerxs. Hay que pintar donde se pueda

Por Mario Rojas R.

Las bardas, paredes y fachadas de la Ciudad de México se han convertido en un campo de batalla donde propietarixs, artistas urbanxs y empresas pelean por cada metro cuadrado.

“Al principio los chavos grafiteaban las paredes y no le gustaba al propietario; después el artista urbano plasmaba algún tipo de expresión y era mejor que sólo el graffiti, pero luego llegaron las marcas y le pagaban al señor de la barda para promocionar cierto producto. De tener un grafiti a un arte, prefieren el arte, pero de tener arte a tener dinero, prefieren el dinero”, dice Irma Macedo, creadora de Central de Muros, proyecto cultural cuyo objetivo es emplear el arte público como agente de cambio.

Con seguridad, sentencia: “Quien tiene poder adquisitivo posee ventaja porque un artista que desea hacer un lienzo no puede competir con una empresa que paga a 50 mil pesos la barda”.

Otro problema son los vacíos legales y lagunas que dejan en el limbo la obra de lxs artistas urbanxs. Es bien sabido que el espacio público está regulado por la autoridad, por ejemplo, una avenida principal está a cargo del gobierno central, y si es secundaria depende de la alcaldía. Pero en el caso del derecho cultural no hay claridad de quién tiene ascendencia sobre la obra que se plasma en una barda: la persona propietaria (dueña del muro) o la persona artista (dueña de la pintura).

Macedo recordó el mural que estaba en la fachada del mercado Juárez y fue borrado en 2023 al parecer por órdenes de la entonces titular de la alcaldía Cuauhtémoc, Sandra Cuevas.

“Ese juicio sigue en proceso y es el ejemplo de las lagunas legales: borraron una obra sin autorización del artista, por eso se interpuso una demanda que quizá no llegue a buen puerto, pero ya se armó un escándalo”.

Lxs artistas urbanxs están conscientes de que su obra tiene una vida efímera. Sin embargo, precisa Macedo, “eso no excluye que tengas derecho sobre la obra. Muchos dicen: ‘Yo nada más pinto para sacar la foto, aunque luego me lo borren’, pero el chiste es lograr que ciertas obras permanezcan porque valen la pena. Cuando hay algo más fino, más pensado, vale la pena preservarlo y la autoridad debería tener la sensibilidad para cuidarlo”.

Irma Macedo concluye: “Esto de las bardas es un tema complejo porque la autoridad no tiene idea de qué hacer. Hay lugares en donde la guerra por esos lugares es terrible y mientras unos buscan resignificar y democratizar los espacios, expresarse e impactar en la sensibilidad social, otros intentan sacar algún provecho, por ejemplo, evitar la Ley de Publicidad Exterior”.

Impacto de los murales callejeros

Irma Macedo sostiene que el arte urbano tiene un impacto en la vida diaria. “Es la teoría de la ventana rota: un espacio cuidado, te cuida, la gente tiende a preservarlo. Pone de ejemplo la creación de unos murales hechos por Central de Muros en la Central de Abasto: “En los 22 metros que medían, exactamente ahí, no había basura; tiraban desperdicios de un lado o de otro, pero no sobre el mural”.

Otro caso de lo importante que pueden llegar a ser estxs artistas es el de Acción Poética, un proyecto cuyo fin es trasladar el arte de las palabras en los libros a las bardas callejeras. “El próximo año cumplimos tres décadas de andar escribiendo en las paredes”, recuerda el poeta regiomontano y creador del proyecto, Armando Alanís.

La idea de llenar las bardas de versos y frases amorosas ha tenido una respuesta maravillosa.

“Estoy felizmente asustado porque el proyecto se ha copiado en muchas ciudades. Hasta donde sé, hay 44 países que replican esta idea, firman como Acción Poética en otros idiomas, en otros continentes, y yo feliz porque la poesía está en la calle. Sin poesía, no hay ciudad, dice nuestro eslogan”.

El escritor precisa que esta acción “se volvió entre anónima y generalizada, de todos, le salieron tentáculos al monstruo y yo estoy de acuerdo: la calle es de todos, el arte lo podemos hacer y consumir todos”.

Recuerda que la idea original de Acción Poética era “combatir un poco la cultura de la no lectura y llevar frases, versos y lenguaje poético a todas partes, que las letras fueran como un bote de basura, un semáforo, un árbol, una banca, es decir, parte del paisaje y hubiera esa cotidianidad”.

En todo este tiempo Acción Poética ha hecho homenajes a Octavio Paz, Alí Chumacero, pero también a Juan Gabriel, la banda musical Bronco y a la poesía misma. “Luego la gente pone sus cosas, algunas no son tan poéticas, pero es lo que quiere comunicar, por eso se ha mantenido en el gusto de muchos. La calle es de todos: ahí circula cualquier clase de personas, con gustos diversos. Al final se trata de intentar un diálogo con y para la ciudad”, añade Armando.

Algunas frases de este proyecto se han vuelto icónicas: “Humanidad, ¿dónde te fuiste?”, “Fuimos un cuento breve que leeré mil veces”, “Todo el mundo sonríe en el mismo idioma”, “No sabía qué ponerme…y me puse feliz”, entre otras.

El arte urbano genera un sentido de pertenencia de lxs ciudadanxs hacia sus espacios públicos, lo que facilita la convivencia y conduce al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de que la calle es una extensión de nuestro domicilio, que todxs debemos cuidar y respetar

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