Si ya eran esenciales para la regulación climática y el abastecimiento de agua, ahora también son una alternativa natural para mejorar su calidad
El pasado lacustre de la Ciudad de México es identificado por su sistema de lagos, ríos y sobre todo por su destacado y complejo manejo de sus aguas. Hay un tipo de cuerpos de agua menos reconocido: los humedales. Se trata de ecosistemas conocidos como zonas de transición entre entornos terrestres y acuáticos, importantes por su alta concentración de especies aun cuando sean producidos de manera artificial.
En 1985 México suscribió la Convención Ramsar, también conocida como Convención sobre los Humedales, un acuerdo internacional que promueve la conservación y el uso racional de estos ecosistemas mediante acciones locales y nacionales. La adhesión de nuestra nación fue de gran trascendencia pues somos el segundo país en el mundo con presencia de humedales.
Este tratado define a los humedales como “las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.
Humedales contra la falta de agua
Los canales de Xochimilco son por excelencia el mejor ejemplo de humedales de la capital. Según información de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), tan sólo el sistema lacustre de los Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco alcanza una extensión de 2,657 hectáreas, el lago de Tláhuac-Xico posee 3,587 hectáreas y los humedales artificiales a la fecha suman 32 hectáreas, lo que representa un hábitat de más de 300 especies de aves endémicas y migratorias.
Si bien se ha puesto especial atención en la restauración y creación de humedales, aún es una medida muy poco aprovechada. En entrevista con Chilango Diario, el arquitecto Laurent Herbiet, especialista en estrategias sostenibles enfocadas al agua, explica que los humedales son opciones factibles de reproducirse en cualquier espacio verde abandonado.
“No se necesita alto conocimiento técnico, es relativamente sencillo hacer humedales. Desde una cubeta con plantas acuáticas es un pequeño humedal, sólo necesitamos un poco de espacio. En cuanto tú creas un humedal, inmediatamente recuperas especies nativas y biodiversidad”.
Al preguntar a Herbiet si considera posible la creación de un sistema de humedal, por ejemplo, dentro de una unidad habitacional, responde que es perfectamente realizable y que incluso se podría pensar en ellos como mecanismos de uso múltiple, es decir, humedales verticales que incluyan captación de agua pluvial, tratamiento de la misma y producción de áreas verdes.
Un ejemplo sobresaliente es el que se encuentra en el Parque Ecológico Cuitláhuac, en la alcaldía Iztapalapa. Se trata de un proyecto de 145 hectáreas que, en los años 50, era uno de los más grandes tiraderos de la Ciudad de México. Hoy cuenta con un pabellón hidrobotánico, que es una planta de tratamiento de aguas residuales y pluviales que a través de biotecnología limpia el agua y la deposita en el humedal, mismo que cuenta con una extensión de 8,795 metros. El parque Cuitláhuac representa una cuarta parte del bosque de Chapultepec, y es considerado el pulmón más importante para el oriente de la ciudad.
Seguro que los hemos visto, pero no nos hemos detenido en pensar estos ecosistemas con la atención que merecen. Según Laurent Herbiet, “la Ciudad de México prácticamente fue un humedal, cada que tú reproduces uno, creas un ecosistema que es lo más aproximado a lo que había antes. En Aragón hay dos humedales, el de Cuitláhuac, el que está en el bajo puente de Cuemanco, el de Cerro de la Estrella, el ajolotario del zoológico de Chapultepec, todo el lago Huetzalin en el parque ecológico Xochimilco es un humedal construido que ya es prácticamente natural, pero se construyó”.
Esta opción ecológica para tratar el agua es una posibilidad que aún tiene mucho que aportar pues, en palabras del especialista, “en la cuenca de México tenemos aproximadamente 20,000 hectáreas listas para implementar la generación de agua con humedales”.
Beneficios ambientales que no podemos perder
Además de la larga historia de desecación de sus cuerpos de agua, en la Ciudad de México los humedales también son propensos a ser contaminados fácilmente. A ello se suma la idea popular persistente de que son sitios improductivos, sucios, que producen moscos o que huelen mal.
Sin embargo, son claves en el ciclo del agua porque disminuyen la velocidad de la evaporación y retienen el agua de tal manera que contribuyen a una mejor infiltración al subsuelo. Esta condición de retención del agua produce una alta cantidad de nutrientes que reproducen una gran biodiversidad.
Frente al cambio climático también son importantes en la captura de emisiones que provocan contaminación en el aire, pueden servir como cuerpos reguladores en inundaciones y ayudan a mitigar las sequías.
En el actual contexto de crisis hídrica en las ciudades, los humedales son opciones que pueden ser usadas como filtros de agua para tratar ciertos contaminantes, lo que los hace una opción factible para la limpieza de las aguas grises y darles un segundo uso, y todo tan sólo con el trabajo de la naturaleza.

Otro ejemplo de humedal artificial fue el inaugurado en junio de 2024 por la Facultad de Química de la UNAM, el cual recicla las aguas residuales de los mingitorios y lavabos de los sanitarios de hombres de esa escuela para que sea aprovechada para compostaje, construcción e incluso hacer artesanías
- 2,657 hectáreas tiene el sistema lacustre Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco; está reconocido como un humedal de importancia internacional por la Convención Ramsar
- 32 hectáreas de humedales artificiales tiene la Ciudad de México hasta la fecha