Cada semana este artista acude a bordo de su triciclo dorado a Santa María la Ribera para dar talleres de poesía o instalar su escritorio de cartas y poemas. Su idea, dice, es hacer de la poesía una política pública al alcance de todxs
Desde hace meses, Petra, el triciclo tamalero que Karloz Atl usa como medio de transporte poético, cuenta con motor eléctrico. Puede acelerar hasta 60 kilómetros por hora aunque nadie recomienda subir de los 25. Una pintura dorada recubre el cuadro y su canastilla de fierro así que, cuando acelera por las calles de Santa María la Ribera, en la alcaldía Cuauhtémoc, parece que saca chispas de oro.
Él lleva una camisa azul celeste, un saco oscuro. De sus pantalones cortos asoman dos chamorros torneados: la palabra “Cumbia” tatuada en el izquierdo, “Poesía” en el derecho. En la canastilla carga una diabla de papel maché, un par de mesas, manteles, taburetes, libros, fanzines, una máquina de escribir.
Se dirige al Kiosco Morisco, corazón del barrio. Allí, dos o tres veces por semana, Karloz Atl ofrece sus servicios como escriba y poeta:
“Escritorio de Cartas y Poemas”
“Dime una palabra y un tema y yo hago un poema”
Vive en la Santa María desde hace 11 años. A sus 35 reconoce que, para él, la poesía fue una apuesta de vida o muerte. Hoy que muchxs vecinxs miran cómo la gentrificación transforma decenas de casas y departamentos en galerías o espacios culturales muchas veces inaccesibles, a Karloz le sorprende poder pagar su renta a punta de versos.
“Yo tengo mi distancia con algunos artistas del barrio”, confiesa. “Respeto la labor de todos pero yo sí quiero que mi público sea la comunidad: que mi obra sirva a la gente. A mí también me gustaría cobrar 700 pesos la entrada a mis obras de teatro, por ejemplo, pero así no es la cosa”.
Poesía y trayecto
Pensaba menos en el arte que en sobrevivir. Esa es la verdad. Era 2009, vivía en Santo Domingo, Coyoacán, estudiaba en la Prepa 5 cuando comenzó a vender paletas en los camiones para ayudar a su grupo de Alcohólicos Anónimos en donde intentaba sanar violencias y dolores de aquellos adolescentes años. Después se puso a contar cuentos. Luego se le ocurrió recitar poemas y, al poco tiempo, comenzó a declamar también náhuatl, siempre en el transporte público.
Así nació Poesía y Trayecto: él y otro grupo de morros dedicados a tirar verbo en el transporte público a cambio de unos pesos. “Mi familia es de comerciantes, así que yo ya tenía oralidad plena”, cuenta. “Los merolicos, los pregoneros, los hierberos, la gente que hace rezos, todos ellos son poetas. Yo no creo que exista un lugar donde la poesía no pueda suceder”.
Pronto conoció que existía algo llamado slams de poesía: eventos para encarnar los versos en un escenario donde la poesía puede convivir con el hip hop, el performance, el teatro, la cumbia o el perreo. Se tiró de cabeza en ese ambiente y comenzó a hacerse de un nombre dentro de la comunidad: entendió que no estaba solo, que eso de creerse profeta de microbús era un gesto que compartía con muchxs otrxs. Con los Tacos Shop Boys, por ejemplo, un grupo de chicanos que gritaban poemas en las taquerías. Con las Poetas del Megáfono, una colectiva de mujeres que hacían fiestas con música en vivo para leer poemas con un altavoz. O con los Poetas Intransigentes o con los Poetas Salvajes o con las docenas de colectivos jóvenes sedientos de palabras y misterios.
Una poética pública
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Poesía y Trayecto se convirtió en una asociación civil cuando Karloz se enamoró de Cynthia Franco: una poeta fronteriza con quien decidió apostar por una vida entregada a la fiesta, la cumbia y la poesía. Lo intentaron en Tijuana hasta que fueron desalojadxs del departamento que rentaba y trajeron su bravura a la Ciudad de México.
En Santa María la Ribera los recibió Ángel Badillo, uno de esos antiguos hippies de barrio y dueño del Locatl: un pequeño local en la calle Doctor Atl que entonces, 2013, se ofreció de manera gratuita como espacio de experimentación y trabajo a lxs artistas de los alrededores. Allí comenzaron a trabajar, a estudiar cada convocatoria, beca o recoveco institucional que pudiera financiar sus vidas como poetas.
“La idea de Petra la Barriobocina fue patrocinada por el Programa Nacional de Salas de Lectura”, dice Karlos. “No fue algo planeado. Íbamos Cynthia, Tito Barraza (en paz descanse) y yo caminando por Reforma pitorréandonos de la vida y alguien dijo: imagínense un carrito de tamales que vaya por la ciudad diciendo poesía. Lo escribimos ese mismo día y fuimos a la Secretaría de Cultura, bien inocentes, con nuestro impreso. Recorrimos piso por piso a ver a quién le gustaba el proyecto”.
Para entonces, Poesía y Trayecto ya había trabajado, por ejemplo, con niñxs y locatarixs de la Merced para producir libros de poesía y “barrionovelas” que hablaran de los personajes del mercado después del incendio de 2013. Y desde entonces, gracias a becas o al programas como PILARES en la Ciudad de México, han impulsado proyectos como “Haz un libro y haz barrio”, realizado con vecinxs de la San Simón Tolnáhuac, Atlampa, Guerrero, Buenavista y Santa María la Ribera. O libros “Rodadas Floridas” y “Fiestas Floridas”, el primero hecho con los colectivos ciclistas preocupados por la seguridad vial, el segundo con los bailarinxs del Kiosco Morisco luego de ser atacadxs por personal de la exalcaldesa Sandra Cuevas. También han hecho libros con lxs hierberxs que identificaron las plantas medicinales en las banquetas del barrio, con cronistas locales, todo escrito mano a mano con la gente, a pie de calle.
Además de Cynthia Franco y Karloz Atl, Poesía y Trayecto también está integrado por poetas como Canuto Roldán, Paula Miranda y Dalila. Además del Escritorio de cartas y poemas y Petra la Barriobocina, también llevan a cabo el Pulque Slam y el proyecto Manjares Poéticos y Floricanto, con lxs floricultorxs de Xochimilco y lxs comerciantes del mercado de Jamaica, entre otros. “Al final, yo entendí que lo que yo hago y lo que hacemos en Poesía y Trayecto es una forma de política pública. Por eso no tenemos empacho en que nos financie el estado: fomentamos la lectura, generamos una audiencia, ponemos la palabra al servicio de la gente”.
Atardece en el Kiosco Morisco. Karloz Atl mira ahora su máquina de escribir como un mago que mira el fondo de su sombrero de copa en busca de un conejo, una paloma o las primeras palabras de una epopeya. “Buenas tardes, jefe”, le dice a un hombre que camina con prisa. “Dígame, dígame, sin pena: ¿de qué va a querer su poema?”.
- Poesía y Trayecto ha editado 3 libros con niñxs poetas de la Merced, 5 barrionovelas del mercado de la Merced, 5 libros de poesía con vecinxs de la Santa María la Ribera y más
- En 2011 Karloz Atl y Cynthia Franco llegaron a vivir a Santa María la Ribera, allí comenzaron a trabajar y a buscar medios para financiar sus vidas como poetas
- Además de Cynthia Franco y Karloz Atl, Poesía y Trayecto también está integrado por poetas como Canuto Roldán, Paula Miranda y Dalila.