Un repaso al tema de la falta de agua en las zonas urbanas y recomendaciones para hacer un uso responsable de ella
Por Evelyn C. Ayala*
Mientras Guillermo espera en la línea telefónica para solicitar el servicio de una pipa gratuita de agua al Gobierno de la Ciudad de México, Abigail le pone papel aluminio al plato que ocupará para comer porque no hay agua para lavarlo. Entretanto, Nayely almacena agua en unos tambos que estorban el paso de su hogar aproximadamente cada tres meses, cuando no tiene agua corriente. Elizabeth prefiere solicitar un servicio privado de agua porque sabe que la pipa que envíe su alcaldía tardará días en llegar.
Daniela debe priorizar el uso del agua en ciertas actividades para luego reciclarla y usarla en otras porque podría pasar hasta más de una semana sin acceso al agua potable a través del grifo. Todas estas personas no viven en la misma casa ni en la misma alcaldía, ni siquiera todas viven en la Ciudad de México. No se conocen y, sin embargo, tienen varias cosas en común: viven en una de las zonas más urbanizadas y pobladas del mundo, viven en un contexto de cambio climático, y viven, sobre todo, con una escasez de agua cada vez más evidente.
Un problema creciente
Para la CDMX se ha vuelto cada vez más frecuente la presencia de protestas y bloqueos viales, los desfiles de pipas entre las calles donde ya las esperan filas de personas que buscan llenar cubetas, botes y garrafones, las fugas inundando por horas las calles, y un calor cada vez más intenso. Todo ello son síntomas de una ciudad que agota las opciones para obtener agua potable y, sobre todo, para gestionar de forma integral la que queda disponible para una de las ciudades más pobladas del mundo.Fue a inicios de este año que mediáticamente se habló del “Día cero” para la capital, en concreto para el Sistema Cutzamala, lo que encendió la alertas en la sociedad bajo el temor de quedarse sin agua para siempre.
De acuerdo con el medio de comunicación Reforma, las presas que abastecen este Sistema podrían quedar vacías el martes 11 de junio de este año. La razón: “Por la escasez de lluvias que se almacena en los embalses del Estado de México y Michoacán, la aportación disminuyó gradualmente y para noviembre de 2023 se entregaron apenas 13,200 litros por segundo”, se lee en una nota. Pronto, la mayoría de los medios de comunicación había replicado las estimaciones y con ello, la gente se preguntaba si había llegado el momento en que la Ciudad colapsaría por falta de agua.
Decir que estamos próximxs a vivir un “Día cero” y que la falta de lluvias es la razón principal de la escasez de agua es dar un diagnóstico incompleto.
Recomendaciones vitales
Bajo un contexto de varios tipos de estrés que se ejercen sobre el agua, en términos generales la ciencia de la gestión hídrica recomienda:
1: Crear discusiones sobre el uso del agua en las que participen varias comunidades de la sociedad. Actualmente la ciencia solicita la colaboración de las comunidades cercanas a los cuerpos de agua para obtener datos sobre su calidad.
2: Priorizar el uso de agua potable en aquellas actividades que requieran alta calidad. Reutilizar el agua con la que se lava la ropa para trapear o para descargas del WC.
3: Fortalecer los programas de saneamiento para que sean funcionales y ofrezcan agua de calidad. Esto se logra a través del correcto tratamiento de aguas residuales o contaminadas.
4: Proteger la infraestructura hídrica con vigilancia y mantenimiento permanente. Esto ayuda a reducir las pérdidas de agua en el trayecto, desde su extracción o traslado, hasta que se usa en los hogares.
5: Mejorar los programas de captación de agua de lluvia. Los especialistas proponen que los inmuebles con grandes dimensiones como edificios y mercados puedan almacenar el agua de lluvia y utilizarla para lavar banquetas, locales y en las descargas del baño. También se debe fortalecer la cosecha de agua de lluvia en los hogares.
6: Equilibrar la cantidad de agua que se envía e implementar tarifas justas por el uso de agua, es decir, que el servicio de agua sea asequible para todas y todos. Para ello se deben tener en cuenta los aspectos sociales, económicos, ambientales y culturales de la sociedad.
7: Garantizar que el agua tenga la calidad suficiente para no preocuparnos por la presencia de algún contaminante, que tenga la presión adecuada para que llegue la misma cantidad a todos los inmuebles sin importar la zona en la que se ubiquen.
8: Transparentar la información relacionada con la cantidad y la calidad del agua que consumimos con explicaciones al alcance de la población en general y no sólo entendibles para quienes se dedican a las ciencias del agua.
9: Gestionar el crecimiento poblacional y de asentamientos humanos a través del ordenamiento territorial, es decir, que las políticas públicas garanticen un uso de suelo responsable y alejado de los intereses inmobiliarios.
10: Contar con una visión interdisciplinaria que incluya la especialidad de varias ramas de la ciencia para comprender mejor el problema de la escasez y para contribuir con una gestión integral.
*Texto adaptado para + Chilango