Las arritmias son alteraciones eléctricas en el ritmo cardiaco; son comunes en ancianos y personas con padecimientos crónicos, aunque recientemente se han incrementado en la población más joven, señalan médicos consultados por MÁSPORMÁS.
Cuando hay una arritmia, el ritmo no es constante y limita el flujo sanguíneo, lo que a su vez provoca coágulos que pueden viajar hasta el cerebro a través del flujo sanguíneo.
De acuerdo con los médicos consultados, existen dos maneras de tratar este padecimiento: el farmacológico y la ablación.
El primero controla la frecuencia cuando el ritmo cardiaco está acelerado, pero el paciente debe tomar también medicamentos anticoagulantes.
En el caso de la ablasión, el médico introduce catéteres por la vena y la arteria femoral hasta llegar al lado derecho del corazón. Sin embargo, como las arritmias se presentan en la aurícula izquierda, el médico debe atravesar el órgano con una aguja de dos milímetros de diámetro.
Durante este procedimiento se corre el riesgo de perforar el corazón; en dicha situación es cuando se hace necesaria una intervención a corazón abierto para reparar el daño.
Los médicos aseguran que el riesgo de esta perforación es del 3% para los pacientes con fibrilación auricular, mientras que en otro tipo de arritmias, la probabilidad es menor al 1%.
La fibrilación auricular afecta principalmente a personas mayores de 60 años, pacientes con diabetes o hipertensión, pero en los últimos años también afecta a personas más jóvenes, incluyendo a las que están “aparentemente sanas”.
Existen dos tipos de fibrilación auricular: la paroxística y la crónica. En la primera, la persona presenta arritmias durante dos días y luego desaparecen, incluso, puede ser asintomática, pero con el tiempo y el aumento en la frecuencia cardiaca, se convierte en una arritmia crónica. Este tipo de arritmia es el más difícil de tratar y la ablasión tiene menores tasas de éxito.
Los médicos consultados señalaron que los check up para determinar el estado de salud en las personas han contribuido a la detección oportuna de la fibrilación auricular, sobre todo en los más jóvenes.