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En la India existen más estatuas de un hombre llamado Bhimrao Ramji Ambedkar que de Gandhi. ¿Qué hizo este hombre, nacido en una de las familias denominadas como “intocables” en la India? Combatió el sistema de castas y fue uno de los arquitectos de la constitución de su país. Fue el artífice del movimiento social que logró que en 1923 el poder legislativo de Bombay decretara que los “intocables” tenían derecho a usar fuentes públicas, molinos, caminos y escuelas.
Sus experiencias tempranas como miembro de estos estratos sociales que gozaban de menos privilegios que los animales, despertaron en él una conciencia social que lo llevó a entregar su vida al combate público (siempre pacífico) por conseguir condiciones de igualdad y justicia para todos los indios. Su vida está retratada de manera excepcional en el libro Bhimayana, experiencias de un intocable, una novela gráfica realizada en el estilo artístico Gond (típico de la India) que le confiere a la narración un carácter increíblemente singular y auténtico.
El libro contiene, aquí y allá, recortes de periódicos que muestran cómo, a pesar de que ante la ley todos los hombres y mujeres en la India son iguales, en la práctica esta batalla dista mucho de haber concluido. En algunas poblaciones, los miembros de castas superiores han contaminado hasta dejarlos inservibles aquellos pozos de agua frecuentados por miembros de familias intocables. Asesinatos, golpizas y segregaciones a miembros de estas castas ocurren todos los días demostrando que los usos y costumbres ideosincráticos, especialmente en sociedades desiguales y con poco acceso a la educación, son más fuertes que la ley.
El reciente informe de la INEGI sobre los distintos niveles de desarrollo en México muestra una realidad que recuerda este “modelo” social. A pesar de que el sistema de castas hindú tiene un sustrato religioso, y en México lo tiene social, político y económico, los resultados terminan siendo los mismos: existen enormes segmentos de la población abandonados a su suerte sin condiciones humanas mínimamente dignas en cuanto a vivienda, salud, educación y alimentación se refiere.
Según el INEGI, la clase media mexicana aumentó del 35 al 39% de la población. Pero este mismo índice muestra que la inmensa mayoría poblacional (59%) vive en lo que ellos denominaron “clase baja”. La “clase alta” representa apenas un 1.7% (muy parecido al famoso one percent de los Estados Unidos). Por cada individuo de clase alta hay 49 de clase baja. Proporción insultante para cualquier país del mundo.
El sistema de castas hindú supone que el mero hecho de haber nacido en una familia sin un “linaje digno”, te puede condenar de por vida a una existencia sumida en la miseria y la servidumbre. Para millones de mexicanos, la realidad no es muy diferente.