La familia Rodríguez Flores lleva seis años esperando a que llegue el domingo 21 de diciembre de 2014, ese día le toca la sexta posada en Xochimilco.
Esta posada no es cualquier cosa. La piñata y el ponche son sólo valores agregados al rito que se realiza en los pueblos originarios de esta delegación, en donde los creyentes rinden culto a la figura del niño Jesús, mejor conocido como “Niñopa”.
Hace seis años, en septiembre de 2008, los futuros mayordomos de esta delegación —quienes esperaron más de 30 años para poder cuidar al “Niñopa”— se acercaron a Agustín y María Elena, los Rodríguez Flores, una pareja de 70 años, del Barrio de San Esteban, para pedirles se convirtieran en posaderos en 2014.
“Desde ese año empezamos a hacer el ahorrito”, dice Agustín Rodríguez, quien es agricultor de maíz y frijol desde que tiene memoria.
Aunque el evento dura sólo un día, recibirán en su casa a más de mil personas. Como preparativo para la festividad, los Rodríguez compraron decenas de cazos que cuelgan en las paredes del patio de su casa, porque para los invitados habrá que preparar desayuno, comida y cena.
Conforme se acerca la fecha, los preparativos aumentan. En el piso de su casa hay cajas repletas de tazas, ollas y servilletas que María Elena ha bordado a mano, todas personalizadas con la fecha y la festividad.
“Para que los invitados—unos mil, nos cuenta— se lleven de recuerdo”, dice María Elena.
BANDA Y COHETONES PARA EL NIÑOPA
Al amanecer del 21 diciembre, María Elena y Agustín, junto con sus seis hijos, 12 nietos y dos bisnietos, se dan cita en la calle de Heliotropo para recibir, de la casa de los mayordomos, al Niñopa.
Cohetes, música de banda y “chinelos” acompañan a familia, vecinos y agregados, en procesión hasta la catedral de San Bernardino, en el centro de Xochimilco.
Después se van a la calle Dalias, que fungirá como salón de fiestas. En ese lugar se reparte atole, tamales y barbacoa, hechos con insumos que Agustín ha cosechado a lo largo del año y que ahora utilizará para festejar al Niñopa durante la posada.
“Aquí recibimos a todos, cualquiera que llegue es bienvenido. No le negamos nada a nadie, venga de donde venga”, dice María Elena, sobre la festividad.
Al atardecer, llega la hora de pedir posada: en peregrinación, al ritmo de la danza de los “chinelos, van a la casa del mayordomo y cantan: “En el nombre del cielo…”.
Para festejar al Niñopa, ese día también hay piñatas, ponche y colación.
Pero ahí no se termina todo, apenas fue la posada y lo que le sigue también es tradición en Xochimilco.
Todos los peregrinos regresan a la casa de los Rodríguez, donde habrá una banda jalisciense y una sonora para amenizar la noche.
“Después de la posada hacemos un baile que ya es tradición en Xochimilco”, dice María Elena.
— ¿Y hasta cuándo se termina? —Se les pregunta.
— Hasta que el cuerpo aguante —responde Agustín.
Pero esta es sólo una historia de las que ocurren del 16 al 24 de diciembre, ya que en Xochimilco hay otros ocho posaderos como Agustín y María Elena, quienes prestan su casa —y la calle donde viven— durante un día para recibir al Niñopa.
En cada caso, los chinelos, la comida, la música y el baile varían, sin embargo, los posaderos siempre prevén que sea suficiente para todos los invitados y uno que otro colado.
TLÁHUAC Y SU CARRO ALEGÓRICO
En Tláhuac, Guadalupe Rioja es bien conocida: desde hace 15 años es la encargada de organizar las posadas que habrá en la delegación durante la temporada navideña.
Sentada en su oficina, dentro de un bazar de antigüedades, explica que cada año los peregrinos recorren la delegación a bordo de un carro alegórico hasta llegar a la casa de los posaderos o a las capillas que ese día fungirán como morada.
Del 16 al 24 de diciembre salen a las 19:00 horas de la Iglesia de San Pedro Apostol y de ahí parten en procesión a cada casa.
“Vamos acompañados del canto del coro de la iglesia, pero a veces los posaderos contratan chinelos y banda que amenizan la llegada a la sede”, relata Guadalupe.
La primera y la última posada, dice, salen y llegan a la iglesia.
“Aquí el párroco es el anfitrión y en navidad, ya cuando termina la misa, cada quien sigue el festejo en su casa”, comenta.
Mientras que Ramón Galicia, mayordomo del Barrio de San Miguel, detalla que la sexta posada le toca a su barrio.
“Vamos a tener chinelos para hacer parte del recorrido con los peregrinos en el carro alegórico, después llegaremos a la Capilla San Miguel a pedir la posada”, relata el mayordomo de San Miguel.
Ahí, en el inmueble ubicado en la calle 20 de noviembre, hay piñatas, ponche, colación y uno que otro antojo para todos los invitados que asisten a pedir posada, explica.
Después vendrá el baile al ritmo de banda, que ya se convirtió también en una tradición durante esta temporada en Tláhuac.
En esta delegación hay que llegar antes de las siete de la noche para hacer el recorrido y pedir posada en las diferentes sedes.
“Todos son bienvenidos, entre más seamos más bonito es el convivio”, dice Guadalupe Rioja.
LO PATROCIONAN
Los habitantes de Xochimilco consideran un honor recibir al niñopa, ya sea como mayordomos o posaderos en diciembre.
*Para ser mayordomo del Niñopa, hay familias que esperan alrededor de 45 años, por lo que es posible que una generación solicite la mayordomía y sea otra la que la reciba.
*Los mayordomos deben cuidar un año del Niñopa y para ello deben acondicionar su casa para albergarlo, es decir, debe tener su propia habitación, así como para las cosas que tiene, como vestimentas, entre otras cosas.
*Cada año, el mayordomo en turno elige a nueve familias que fungirán como posaderos, quienes tendrán que realizar las nueve posadas.
*Los gastos de las festividades corren a cargo de los posaderos, quienes reciben la invitación con más de cinco años de anticipación; la familia Rodríguez Flores, en la foto, fueron invitados desde 2008.
(Alejandra Crail)