La isla de las muñecas
Es una pequeña chinampa de Xochimilco. Se le conoce con este nombre porque está plagada de muñecas viejas y maltrechas. Los cronistas de ese lugar señalan que las muñecas fueron colocadas desde hace más de 50 años por Julián Santana, un campesino que vivía en ese islote, para ahuyentar a los malos espíritus. Algunos creen que las muñecas habían sido colocadas por Julián para evitar que el espíritu de una mujer, quien presuntamente se ahogó cerca de su isla, se acercara a su chinampa. Algunas personas que conocieron a Julián antes de morir (2011) relatan que éste sólo decía que lo acompañaban, le platicaban y lo arrullaban para dormir.
Callejón del Diablo
Se le conoce así al angosto y largo andador que va de la calle Campana hasta la Avenida Río Mixcoac. Según las leyendas urbanas, se le puso este nombre porque en las noches aparecía en ese lugar el diablo. Cierto día, cuentan, un joven fue retado a clavar una estaca a mitad del callejón a media noche. Cuando lo estaba haciendo, sintió miedo y quiso correr, pero no pudo: algo detuvo la capa que llevaba puesta y murió de terror en ese lugar. Al día siguiente sus amigos lo encontraron con la capa atorada en la misma estaca que él había clavado en la pared.
Palacio de Lecumberri
Este edificio, ubicado en la actual Avenida Eduardo Molina y Eje 1 Norte, Albañiles, abrió sus puertas en 1900 para servir como cárcel. Porfirio Díaz fue quien lo mandó construir. Desde que fue inaugurado y hasta el día que dejó de ser una prisión (27 de agosto de 1976), se le conoció como ‘El Palacio Negro’, debido a las historias que, según platicaban los reos a sus familiares, ocurrían en sus frías y oscuras celdas. Entre los personajes famosos que estuvieron recluidos en ese lugar figuran José Revueltas, David Alfaro Siqueiros, Luis González de Alba, José Agustín, Álvaro Mutis y William Burroughs. A un costado de este inmueble que ahora alberga al Archivo General de la Nación, fueron acribillados Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.
Gran Tzompantli
Este altar de cráneos con el que los mexicas coronaban sus rituales fue descubierto recientemente, en agosto de 2015. Se trata de una estructura de tezontle recubierta de estuco hallada en un predio de la calle República de Guatemala número 24, en el Centro Histórico. Su longitud es de unos 34 metros, de acuerdo con el INAH, y, en un primer momento, este instituto contabilizó 35 cráneos pegados a la plataforma rectangular, aunque se cree que podría haber muchos más. Una de las hipótesis de los investigadores es que se erigían este tipo de ornamentaciones para mostrar el poderío de los aztecas.
Casa de Cañitas
Este inmueble, ubicado en la calle Cañitas de la colonia Tacuba, se hizo famoso tras la publicación del libro ‘Cañitas’, publicado por Carlos Trejo, quien es también dueño de la casa. En esa publicación se relatan los sucesos paranormales que supuestamente ocurrieron en la casa luego de que Trejo y otras personas jugaran la Güija, desde muertes extrañas hasta apariciones de fantasmas. Trejo dice en su libro que gracias a una investigación supo que debajo de su casa se encontraban los restos de un antiguo cementerio de monjes de Tacubaya, quienes vivieron en tiempos de la Inquisición.
Callejón del Aguacate
Otro sitio considerado misterioso en la ciudad es el Callejón del Aguacate, en Coyoacán. La leyenda que lo acompaña se remonta a la época de Lázaro Cárdenas, cuando un militar huraño, quien vivía en una de las casas del callejón, paseaba por ese lugar. Siempre se encontraba a un niño que quería jugar con él porque se sentía atraído por el uniforme que solía usar el soldado. Fue tal el grado de insistencia del menor que, cierta ocasión, el soldado lo golpeo brutalmente y luego lo colgó de un árbol. Ahora se dice que por las noches se escuchan los lamentos del niño.
Ex convento del Desierto de los Leones
Este ex convento, localizado en medio de una zona boscosa de Cuajimalpa, perteneció en el siglo XVII a la orden de las Carmelitas Descalzas. En él permanecen aún las celdas y oratorios donde se realizaban ritos espirituales. Uno de sus mayores atractivos es el túnel que se encuentra en el sótano, el cual está completamente oscuro. Los guías del lugar cuentan que algunas monjas carmelitas resultaron embarazadas, por lo que iban al túnel a enterrar, en las paredes, los fetos que arrojaban en cada aborto.
(Fotos: Lulú Urdapilleta, Alfredo Boc, Roberto González y Cuartoscuro/Archivo)