Más de 160 perros acudieron al rescate de personas tras la explosión registrada en el edificio B2 en la Torre Pemex; sin embargo, es imposible saber con precisión cuántos están realmente certificados para atender emergencias.
En el país solamente hay una institución avalada por la Organización Internacional para Perros de Salvamento: pertenece a la Universidad Nacional Autónoma de México. Son 28 canes y alrededor de 22 voluntarios.
En exclusiva, el coordinador del Programa de Manejadores de Perros de Búsqueda y Rescate de la UNAM, Julio Velázquez, aseguró que la tarea no es sencilla, pues menos de 10% de quienes hacen las pruebas de selección concluyen el proceso satisfactoriamente.
Cada año asisten hasta 80 personas con sus mascotas para buscar ser parte del programa, pero al pasar 2 ó 3 semanas quedan menos de la mitad, y al finalizar los 3 meses de preparación únicamente se conservan 7 canes entre sus filas.
Velázquez alertó que en la actualidad han surgido grupos de personas que llevan perros a emergencias sin tener el entrenamiento necesario, lo cual pone en riesgo a las víctimas.
Las preliminares
El perro deberá captar alrededor de 25 órdenes distintas cuando finalice la clasificación, y además podrá reconocer olores de personas vivas o muertas, según las actividades para las cuales sea más apto el can durante las pruebas que se le realicen.
Velázquez asegura que quienes se registren deberán estar listos para enfrentarse al Sol y polvo por varios días.
El proceso de atención de una emergencia es complicado, ya que antes de acudir al sitio es necesario llamar a los dueños de los perros para unir al equipo que participará y en ocasiones no hay recursos económicos para realizar viajes.
Las dependencias federales o locales, así como la comunidad en general se comunica con el programa para solicitar su apoyo en un imprevisto. Si es en otro estado del país se busca una cédula de canes que puedan participar, sino se hace todo lo posible para acudir.
Un cuarto de siglo
El programa de la universidad dio inicio a sus labores desde 1986, pero la evolución ha tenido sus altibajos al grado de que ha estado apunto de desaparecer por falta de recursos.
Algunas de las entidades que han apoyado para que puedan seguir vigentes sus operaciones son la delegación Coyoacán, que les presta plantas de luz o vehículos, además de la Secretaría de Protección Civil, con quienes mantienen contacto constante.
¿Perros pirata?
El coordinador del programa alertó que en la actualidad han surgido nuevos grupos de personas que llevan perros sin tener el entrenamiento necesario, lo cual pone en riesgo la salud de quienes pretenden ser rescatados.
“No hay regulación y salen sin preparación. La idea es que se organice el tema de los perros para sustentar las actividades”, comentó Velázquez, quien también dijo que mantienen buenas relaciones con los gobiernos locales y federales en caso de una emergencia.
La hora de la acción
El proceso de atención de una emergencia es complicado, ya que antes de acudir al sitio es necesario llamar a los dueños de los perros para unir al equipo que participará y en ocasiones no hay recursos económicos para realizar viajes.
Las dependencias federales o locales, así como la comunidad en general se comunica con el programa para solicitar su apoyo en un imprevisto. Si es en otro estado del país se busca una cédula de canes que puedan participar, sino se hace todo lo posible para acudir.
Dónde han participado
El caso que más recuerda Julio Velázquez es el de un joven de la Facultad de Ciencias que fue a hacer prácticas en un cerro de Taxco. El estudiante escaló un acantilado y posteriormente desapareció sin dejar rastro.
Al lugar acudió la escuadra de canes, quienes contribuyeron a encontrar el cadáver 3 días después de haberse presentado el hecho. También se movilizaron diversas instancias de protección civil e incluso buzos de rescate.
- La explosión del Sector Reforma en Guadalajara, Jalisco
- El huracán “Paulina” en Acapulco, Guerrero
- La explosión de la Central de Abasto en Celaya, Guanajuato
- El rompimiento de la Presa “El Capulín” en Villa García, Zacatecas
- El desbordamiento del Río Escondido en Piedras Negras, Coahuila
(IGNACIO GÓMEZ | MÁS POR MÁS)