Imagina que es de noche y acompañas a tu hermana a la parada del camión, a una cuadra de tu casa.
Cuando regresas, dos policías te detienen porque la señora que viaja en la otra patrulla jura y perjura que apenas minutos antes le robaste un celular y unos anillos. Les respondes que todo es un mal entendido. De hecho, la propia señora ya no está segura de que seas el ladrón.
Los oficiales les plantean la posibilidad de ir al ministerio público a despejar dudas. Desde el celular que siempre has tenido, telefoneas a tus padres. Ellos salen para alcanzarte, pero ya te has ido en la patrulla.
Apenas llegas al MP, te mandan a los separos y te dicen que, como la señora ahora sí te reconoce plenamente, irás al reclusorio, cosa que ocurre en menos de 24 horas. No dejan declares. Formalmente estás preso.
Esta historia ocurrió el 15 de marzo pasado, casi a las 23.30 horas, en la colonia Clavería. Mariana García denunció el robo y los policías que entraron al rescate fueron Daniel Torres Cázares, placa 912931, y Floriberto Vieyra Castro, placa 863027.
El acusado es Marduk Chimalli Hernández Castro. Tiene 26 años, es ilustrador, estudia dos carreras (Comunicación y Cultura en la UACM, y de Diseño y Comunicación Visual en la UNAM). También es atleta de alto rendimiento en Tae Kwon Do, seleccionado del DF y maestro de esta disciplina. Es decir: a ojo de pájaro, Marduk no cumple con el perfil de esas personas que se la pasan jodiendo al prójimo.
La señora García, incluso, fue al día siguiente al MP para retractarse, pero le dijeron que si lo hacía caería en falsedad de declaraciones.
Desde aquel día han ocurrido una serie de atropellos típicos de la justicia mexicana:
– El MP le imputó a Marduk el cargo de robo agravado calificado, basado en la declaración de la señora García: “un muchacho de alrededor de 17 años, con sudadera blanca y gorra”. Marduk vestía ese día pants azules.
– El policía judicial Osbaldo López Morales, número de empleado 228408, investigó el asunto y aseguró que en el trayecto del robo no había una sola cámara de seguridad, cosa que hubiera ayudado a comprobar si Marduk es el mismo que señala la señora. Pero hoy se sabe que al menos hay seis cámaras (públicas y privadas) y el MP las ignoró.
– Los dos policías y la señora García ahora dicen que persiguieron a Marduk y que vieron cómo iba lanzando el arma, el celular y los anillos a las azoteas de las casas. Nada de ello ha sido encontrado, quizá porque no hubo tal persecución.
A las cárceles mexicanas suelen llevar a muchos Marduk. Sería bueno que los jueces leyeran cuidadosamente todos los expedientes. Seguro encontrarían un puñado de violaciones a los derechos humanos y a muchos, muchos inocentes.
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*Estudió comunicación en la UNAM. Ha colaborado en Reforma, Milenio y El Universal y el semanario Emeequis. Es tres veces Premio Nacional de Periodismo en Crónica. Autor de Gumaro de Dios, El Caníbal, Placa 36, Entre Perros y El más buscado.