¡México!
Quiero gritar y ser escuchado, quiero levantar la voz y desahogarme, necesito saber que está pasando en mi país, quiero usar los medios que tenga a la mano para que difundan mi dolor, este dolor que compartimos todos los mexicanos, pero no lo sabemos expresar. Por ello quiero hacerlo en comunión con la estrategia que tienen las Organizaciones No Gubernamentales que saben del tema.
Creo en las instituciones de gobierno más no en la estrategia de la autoridad, a ésta necesito exigirle mis derechos denunciando y valiéndome con medios propios para resolver mi problema. ¿Quién vela por los que sufren hoy y por otros que seguro lo harán mañana? ¿La autoridad? No creo.
El caso de mi hija no es tan diferente a los miles de delitos que día a día quedan impunes en México. Circulando por la lateral del Periférico Sur en la Ciudad de México, Delegación Tlalpan, fue asaltada por un par de truhanes que acechaban en motocicleta y con alevosía, ventaja y premeditación, le rompieron la ventana del auto para robarle la bolsa.
Al suceder esto, ella se asustó y su primer reacción fue oponer resistencia, razón por la cual fue golpeada brutalmente con un puño de hierro. Ella lleva ya dos asaltos en seis meses.
Para la tranquilidad de mi familia, seguramente saldrá bien de su operación, no sé bien del tema emocional. Me pregunto qué sucederá con los miles de afectados que no tienen los recursos materiales y relaciones para hacer frente a situaciones similares.
Estos eventos rompen con el orgullo y dignidad de la familia, nos hacen sentir como gusanos, nos llevan al grado máximo del denuesto, impotencia, indignación y denigración.
La pérdida de derechos y valores en la sociedad se ve afectada, violada y exacerbada por la inmovilidad de las autoridades, por su falta de acción y asertividad. Tenemos eventos de Estado fallido a nivel nacional y de igual manera la impunidad crece día a día: tal vez haya procuración de justicia -tengo grandes dudas- pero lo que sí se es que no hay prevención del delito y una estrategia integral. Sin embargo hay que denunciar: es un derecho de la sociedad y una obligación de la autoridad corresponderle al ciudadano.
Los mexicanos tenemos miedo y necesitamos que nos ayuden, el problema es que no hay a quién pedirle auxilio, el descrédito de la autoridad nos hace desconfiar y no acudir a ella. Para nosotros estos hechos son cotidianos y los sufrimos en carne propia y ajena. Desgraciadamente lo único que hacemos es cruzar los dedos para que no le pase a uno de los nuestros. Necesitamos construir ciudadanía y esto solo sucederá cuando nos informemos y en consecuencia actuemos.
¡Sociedad civil, infórmate! Levanta la voz y hazte escuchar, exige que te cumplan, denuncia. Pide tener gobernantes y políticos eficientes y con conocimiento de causa que vean por el bien común y que atiendan las necesidades de los ciudadanos. Si alguien no puede, que lo retiren.
Todo México grita “¡auxilio, socorro!” ¿Hay alguien ahí que pueda escuchar?
¡ANÍMATE A OPINAR!
*Mario Gómez es un ciudadano dedicado a desarrollar proyectos vinculados a la sustentabilidad, como energía, manejo de residuos, agua, cambio climático y apoyo a las comunidades indigenas.
