La Plaza de Garibaldi ya no es lo que fue, en eso coinciden los músicos que trabajan en ella. Unos celebran la prohibición del alcohol en el espacio público y otros culpan a la medida de mermar sus ingresos.
Las opiniones son divergentes, pero no el deseo de seguir poniéndose el traje de charro o de norteño, por amor al arte y de festejar, como cada 22 de noviembre y pese a las dificultades, un aniversario más de Santa Cecilia, su patrona.
“Antes nos íbamos de aquí a las tres de la mañana, siempre había trabajo. Ahora nos vamos a las 10 de la noche porque quedarse es desvelarse en balde”, explica Víctor Alemán, quien toca el acordeón en Garibaldi desde hace 40 años.
El octubre pasado se cumplieron dos años desde que el gobierno local prohibió que la gente tomara alcohol en la plaza, ahora sólo se bebe en los restaurantes del perímetro.
“Desde entonces ganamos la mitad de lo que ganábamos. A la gente le gusta tomar algo mientras escucha la música y así sí paga varias horas, si no se aburren después de unas canciones”, apunta José Luis Oblea, quien toca la vihuela en un conjunto de ocho músicos.
Hoy en día, dice, tocamos tres o cuatro horas que cobramos a 2 mil 500 pesos, antes eran seis o siete. Si tocan cuatro horas, el grupo gana 10 mil pesos en una noche y se dividen entre partes iguales, por lo que ganan aproximadamente mil 250 pesos por día (18 salarios mínimos).
Los grupos de menos integrantes cobran alrededor de mil 500 pesos la hora y si el servicio es “a domicilio”, cobran según la distancia recorrida.
LE PIDEN “CHAMBA” A SANTA CECILIA
El 22 de noviembre se festejó a Cecilia de Roma, patrona universal de los músicos.
A pesar de la crisis, sus devotos se mantienen fieles: “Yo siempre le pido que me socorra con mi trabajo. Gracias a Dios no nos ha faltado nada. Será que tenemos suerte. Creo que ella nos ayuda”, asegura Víctor Martínez.
“Me la querían excomulgar porque dicen que no era virgen, para mí sí es porque ella toca todos los instrumentos”, agrega el músico.
PREFIEREN LA PLAZA LIMPIA
Otros músicos, como el cantante Pedro Martínez, dicen que la baja de trabajo se debe a la crisis económica generalizada y no a la prohibición de alcohol.
“Aquí no se venden cervezas y tequilas, se vende música. Sin alcohol está mucho mejor la plaza, ahora está limpia para que los niños jueguen y las señoritas puedan disfrutar sin tener miedo”, afirma.
Dice que hay pérdidas para los mariachis, pero también para los artesanos del mercado y los puestos de comida; cuenta que algunos de sus compañeros más antiguos han migrado a otras zonas, porque Garibaldi ya no se llena como antes.