“No tengo de qué escribir”, por Daniel Sangeado

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 -Tú tienes buena pluma y deberías escribirme una columna- dijo la joven
editora.

¡Ah jijos! pensé sin tomarme en serio ¿De qué podría escribir un tipo como
 yo? De nada, me dije en primera instancia.

-No sé de qué escribir, le respondí al oído, o mejor dicho, al teléfono.

-¿Cómo no vas a saber? Puedes escribir de cualquier tema… de la ciudad,
de su gente, de las autoridades, de tus caminatas, de los corajones que
haces a diario en tus recorridos.

-Pero, pero, eso ya está muy visto. Nadie quiere leer a un monigote
 despotricando contra el doctor Mancera que no hace más que
posar para la foto y salir en la tele.

-Bueno, es que no sólo es eso. Puedes describir, retratar, llevarnos de la
mano a recorrer contigo la ciudad que tú ves.

-Mtaaaa ¿Quién quiere ver con mis ojos? Me lo pregunto porque yo soy de
 esos tipejos que nada les gusta, así que está difícil tener un tema del
cual escribir sin aburrir al respetable.

-Tú hazlo, ordenó la exigente editora y colgó el teléfono.
Suspiré. Caminé despacio hacia mi computadora, encendí un cigarro y con ‘la
 columneja’ en mente pensé en mi última caminata sobre Paseo de la Reforma,
en el maldito bache que la semana pasada me arruinó una de las costosísimas 
llantas de mi coche, en el mugrero que todas las noches dejan los
 vendedores ambulantes sobre Avenida Universidad, en el prepotente
viene-viene de la Condesa que, ataviado con su chalequito que le da la
delegación, ya cobra derecho de piso como cualquier “zeta” tamaulipeco.

Pensé también en mi recorrido bicicletero por el pomposamente llamado
 Centro Histórico; recordé su olor a meados, su basura, sus fachadas
 derruidas, su estado deplorable, su Zócalo lleno de mítines, de ‘toreros’;
me vino a la mente la letra de Café Tacuba: ‘Catedral desaparece entre smog
y caca de paloma’… Sacudido ese pensamiento recordé los rumbos de Santa 
María la Ribera; sus banquetas invadidas de negocios que apartan ‘su lugar’
en la calle, el desorden del transporte público; pensé en ese delegado de 
Coyoacán acusado de sobornar a un empresario, pero consideré que una
 persona que presume una fotografía con el tal Güicho Domínguez era incapaz
 de cometer un acto tan atroz.

Alcé el teléfono, marqué y pedí de nuevo con la editora.

-¿Editora? Pregunté con voz trémula. -No tengo de qué escribir, solté.

-¡Escribe! ¡No me chingues! Reviró la jovencita con un tono de
 desesperación en la voz (de por sí de corneta)

-Bueno. Te mando en quince minutos.

Colgué el teléfono otra vez y regresé a la computadora. Lleno de actitud
 comencé a teclear:
-Tú tienes buena pluma y deberías escribirme una columna…

¡Anímate y opina!

Daniel Sangeado

*Editor de Política en TV Azteca. Egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. La pluma y el ingenio detrás de los DesHechos de la semana.