Pedro Ferriz | MÁS POR MÁS

SÍGUEME EN: @SalCamarena

Candidato que ganó de calle su elección, popular ex procurador, Miguel Mancera tuvo un arranque atípico, insospechado hace meses: comenzó su administración contra la pared y no ha encontrado la manera de librarse de lo que podríamos definir como un emproblemado arranque.

Al tomar posesión el día cinco de diciembre Mancera heredó, para empezar, cuatro papas calientes: tres puntuales y una estructural.

De inmediato, al nuevo gobernante le tocó lidiar con los saldos del fallido operativo del día 1 de diciembre, llevado a cabo por la policía capitalina cuando él aún no tomaba posesión.

No quedó bien ni con dios ni con el diablo al negociar con la Asamblea una modificación legal ad hoc que permitió la libertad de inocentes.

Otro problema que recibió fue el de la estatua del represor Aliyev.

La sorpresa fue que le tomó un mes y 21 días retirar del Paseo de la Reforma el adefesio en cuestión.

Cuando se ve que el aplauso fue unánime, y nulas las consecuencias negativas de su acción, uno se pregunta entonces por qué se tomó tanto tiempo en resolver ese pendiente.

Y el tercero es el caso de la UACM, que a pesar de la llegada de un nuevo rector parece lejos de estar solucionado.

Mientras que el problema estructural que heredó de Marcelo Ebrard es un conjunto de obras que están lejos de concluir y que son cotidiano dolor de cabeza para el poniente y el sur de la ciudad.

A Mancera le llevará más tiempo resolver esta agenda de obras inconclusas, basta recordar que el segundo piso hasta el monumento al Caminero, prometido por Marcelo para este semestre, hoy ni permisos tiene.

Si a todo lo anterior sumamos el sainete mediático por la muerte de 5 personas que fueron devoradas por perros en Iztapalapa, el fin de semana atípico donde las personas asesinadas representaron 8 veces más que el promedio diario, y el polémico y malogrado intento por pasar un impuesto sobre alumbrado público, lo que tenemos es un gobierno que entre herencias malditas e impericia no tuvo luna de miel.

Hoy se cierra el ciclo de los cien primeros días de Mancera como jefe de gobierno.

Por injusto que suene, hay quien compara este arranque con el del jefe del ejecutivo federal.

Es obvio quién saca el saldo negativo cuando se realiza ese contraste.

Y es que a los capitalinos les gusta verse en el espejo nacional.

No por nada, en términos reales tienen las peores páginas de secciones locales de todas las que se editan en ciudades importantes del país.

Está bien si Mancera no quiere ser de momento líder de la oposición nacional o si quiere concentrarse en ser un jefe de gobierno de perfil más administrativo.

Pero lo que urge es que ya tenga una personalidad clara como gobernante.

Casi siempre para eso se usa la luna de miel, pero en este caso ni eso hubo.

¡Anímate y Opina!

*Periodista, colaborador de El País, columnista en La Razón y sinembargo.mx.

(Salvador Camarena | MÁS POR MÁS)