Hace dos días estaba atestiguando la resurrección de los Stone Roses en ese espantoso salón con apellido de refresco (el que está en la planta baja del WTC). En eso, un tipo que estaba delante de mi, a unos cinco metros, sin pudor alguno sacó de su mochila un iPad, lo levantó con las dos manos y se puso a “filmar” el concierto. ¿Qué necesidad? ¡Que ridiculez!
Llámenme viejo, no me importa: extraño los tiempos en los que no existían las cámaras digitales y los teléfonos inteligentes. Veíamos los conciertos con nuestros ojos, y no con una pantalla de por medio. ¿Por qué alguien preferiría, estando ahí, experimentar el evento a través de su aparatejo? No lo entiendo. Es, además, un acto descortés hacia el resto de los asistentes: la tableta o el teléfono obstruyen la vista (porque siempre lo alzan lo mas que pueden) y su luz distrae.
Lo mas absurdo es que la “obra” de estos cineastas aficionados acaba siendo un video chafa, de ínfima calidad, movido, con pésimo audio, que probablemente nunca volverán a ver. Lo querrán compartir con el mundo vía YouTube, a donde quizá llegue gracias a una jugarreta de Google alguno que otro entusiasta del artista registrado, pero que probablemente no soportará ni quince segundos de la tortura y se largará de ahí inmediatamente.
De nuevo, ¿qué necesidad?
También estamos los que tomamos fotos. Yo, en algunos casos, tomo una o dos, a lo mucho. Otros toman treinta, cuarenta o doscientas. También somos fastidiosos, pero mucho menos. La brevedad de esta actividad beneficia a todos.
A los artistas, aparentemente, también les molesta esta costumbre. Hace unos años, cuando Bjork se presentó en un festival tapatío, les pidió a las personas que guardaran sus cámaras, y señaló lo irracional que era gozaran mas grabando un concierto que viéndolo. ¿O será que nuestro verdadero anhelo es ser camarógrafos?
Hace unos días los Yeah Yeah Yeahs, a propósito del lanzamiento de su nuevo disco, ofrecieron un concierto en su ciudad, Nueva York. Muchos medios del mundo reprodujeron el mensaje de varios carteles colocados estratégicamente en las entradas al foro: “Por favor no observen el concierto a través de su aparato inteligente/cámara. Guarden esta mierda (put that shit away), como cortesía a la persona que está detrás de ustedes y a Nick, Karen y Brian (los integrantes del trio) Mucho amor, muchas gracias, Yeah Yeah Yeahs”. Aplausos. Gracias a ustedes.
Ian Brown, vocalista de los Stone Roses, hace poco le dijo al respetable en uno de sus conciertos: “Si guardan sus cámaras van a vivir el momento. Si no, van a tener un recuerdo de algo que no vivieron”. Aplausos. Gracias.
Yo en muchas ocasiones he manifestado esto que tanto me molesta. Muchas veces la gente me da la razón y expresa empatía en mis quejas. Pero otros se enojan: “A ti que mas te da” o “¿Quien te crees para decirnos que podemos y no podemos hacer?”.
Como cualquier acto de civilidad, es voluntario, un mero reflejo de nuestra educación. Y como souvenir me gustan mas las camisetas.
¡Anímate y Opina!
*Rulo, Raúl David Vázquez, director editorial de La Semana de Frente. Locutor en Reactor 105.