“Por un mundo sin juniors prepotentes”, por @Ruleiro

Las redes sociales siguen ardiendo tras el numerito que armó hace casi una semana la ahora famosa #ladyprofeco cuando no le asignaron la mesa que deseaba en el Máximo Bistrot, afamado restaurante de la Colonia Roma.

Los juniores prepotentes son, desgraciadamente, una parte indeleble de nuestra historia; desde que yo recuerdo existen y nunca se han ido. Pero tengo la impresión de que con el regreso del priísmo han agarrado un segundo aire. Pero solo es una impresión.

Tras el linchamiento en redes sociales la señorita Andrea Benítez, su padre, el titular de PROFECO, Humberto Benítez, hizo un comentario al respecto en su cuenta de Twitter: “Mi sincera disculpa por la conducta inapropiada de mi hija y la sobrerreacción de verificadores de @Profeco. Privilegio sólo para la ley”.

Honestamente, que su hija sea una maleducada no me afecta. La que hace el ridículo es ella y de quien habla mal es de él. Lo que me parece grave es que sus empleados acudan al llamado de la princesa, a cobrar venganza ante los que osaron “maltratarla”.

Hasta donde se no se ha explicado si ella directamente pidió el paro a los inspectores o le habló a su papá para que se hiciera cargo del asunto. En cualquiera de los dos casos está de oso y debe ser investigado y aclarado. Humberto Benítez se debe disculpar pero no, como lo hizo, por la sobrerreacción de sus verificadores, sino por la reacción de sus verificadores.

Para otros la sobrerreacción fue la de la gente y posteriormente la de los medios. No era para tanto, dicen algunos. ¿Por qué defender un restaurante elitista y caro (el Máximo no es elitista ni de los mas caros de la ciudad)? dicen otros. O ¿Por qué no se indignan mas ante la violencia cotidiana?

La respuesta es sencilla: el actuar de los verificadores de PROFECO (más que el berrinche de la señorita Benítez) nos ratifica que vivimos en un país de privilegios para unos pocos, de justicia a la medida, de abusos y de excesos.

Ya para acabar con el tema. Leí un el tuit de un periodista que decía lo siguiente: “Los dueños del Máximo Bistrot nunca habrían podido comprar una campaña de publicidad como la que les dio Lady Profeco”. Como si por eso hubieran hecho el escándalo o como si le estuvieran sacando jugo. Quizá era su forma de congraciarse con el funcionario, vayan ustedes a saber.

No creo que a los dueños de este restaurante les hiciera falta esa o mas publicidad. Su restaurante, pequeño, siempre está a reventar. La reputada guía Zagat que está a punto de presentar su edición mexicana, le da las calificaciones mas altas de la ciudad. Esa es la publicidad que sí le sirve a un restaurante así.

Los que perdemos somos los que vamos ahí de vez en cuando: encontrar mesa se nos acaba de hacer mas difícil.

 ¡Anímate y Opina!

*Rulo, Raúl David Vázquez, director editorial de La Semana de Frente. Locutor en Reactor 105.

(RULO)