Fotografía cortesía
Se espera que este viernes se forme el ciclón tropical Calvin en el Pacífico mexicano, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que ha estado monitoreando la posible formación de una zona de baja presión con potencial desarrollo ciclónico.
El SMN, dependencia de la Conagua, ha alertado que esta zona de baja presión podría convertirse en un ciclón tropical al sur de las costas de Michoacán y Guerrero. En su último informe emitido esta mañana, el SMN advierte que el sistema tiene un 60% de probabilidad de convertirse en un ciclón tropical.
Un ciclón tropical se forma debido a una serie de condiciones atmosféricas específicas que se encuentran sobre las aguas cálidas del océano. Para entender el proceso de formación, es importante considerar varios factores.
En primer lugar, se requiere que la temperatura del agua del océano sea de al menos 27 °C en los primeros 60 metros de profundidad. Esta temperatura proporciona la energía necesaria para alimentar el ciclón.
Además, es necesario contar con una alta humedad atmosférica que mantenga un suministro constante de vapor de agua, componente esencial en la formación de nubes y tormentas.
La cizalladura del viento, que es el cambio en la velocidad y dirección del viento con la altura, debe ser baja o moderada para que la estructura vertical de la tormenta se mantenga intacta y se desarrolle correctamente.
Una perturbación atmosférica, como una onda tropical o una zona de baja presión, actúa como punto de partida para la formación del ciclón. Esta perturbación puede ser generada por diversas condiciones atmosféricas.
La rotación de la Tierra, conocida como efecto Coriolis, desvía el flujo de aire hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el hemisferio sur. Esta rotación es esencial para que la perturbación atmosférica comience a girar y se forme un ciclón.
La convergencia de vientos en la zona de perturbación atmosférica genera un área de baja presión, succionando más aire hacia arriba. Este aire asciende, se enfría y forma nubes y tormentas.
A medida que la perturbación atmosférica se alimenta de la energía del océano, la rotación se vuelve más organizada y la tormenta se fortalece. Si el sistema alcanza vientos sostenidos de al menos 63 km/h, se clasifica como tormenta tropical. Si los vientos alcanzan o superan los 119 km/h, se clasifica como huracán o tifón, dependiendo de la región geográfica.
Los ciclones tropicales pasan por varias etapas de evolución a medida que se fortalecen y desarrollan. Estas etapas incluyen la perturbación tropical, la depresión tropical, la tormenta tropical y, en caso de mayor intensificación, el huracán o tifón. Finalmente, cuando el ciclón se aleja de las aguas cálidas o toca tierra, comienza a debilitarse hasta que se disipa por completo.
Es importante estar atentos a los informes y recomendaciones de las autoridades ante la formación de ciclones tropicales, ya que pueden representar un riesgo para las zonas costeras y requerir medidas de precaución por parte de la población.
Si te gustó esta nota y quieres saber más sobre recomendaciones, tips y noticias, suscríbete a nuestro newsletter de Máspormás y disfruta de la mejor información.