Llegaron cantando “Negrita de mis pesares” y desencadenando el concierto de claxons de los automovilistas que transitaban sobre Donceles.
La Unión Mexicana de Mariachis y los botelleros de Garibaldi, que se instalaban en la plaza antes de su remodelación, exigieron con serenata que las mesas de trabajo que sostenían con la administración capitalina se reanuden.
El reordenamiento de comerciantes y la reorganización de las actividades culturales, señalaron, fueron los asuntos que quedaron pendientes de acuerdo, y de noviembre a la fecha, según ellos, la afluencia de visitantes a Garibaldi se ha reducido en un 80 por ciento, debido a que no se puede escuchar mariachis ni vender alcohol en la plaza.
“Fueron más de 150 semanas que nos reunimos con el consejo ciudadano y con las autoridades del DF. La preocupación que tenemos es que hemos sufrido los estragos de la autoridad actual. La doctora (Alejandra) Toscano creo que no ha vivido una noche en Garibaldi”, acusó Antonio Covarrubias, líder de la Unión Mexicana de Mariachis.
El diputado perredista Fernando Mercado, quien promovió un punto de acuerdo para exhortar al jefe delegacional en Cuauhtémoc, Alejandro Fernández, y a la Secretaría de Turismo a que lleven a cabo una mesa de trabajo con músicos y comerciantes para que el espacio recupere la esencia que lo caracterizó, aseguró que el rescate de Garibaldi fue un fracaso.
Según los quejosos, unas 3 mil personas de todos los gremios –mariachis, botelleros, comerciantes—permanecen sin posibilidad de trabajo.
(Marcela Nochebuena)