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Desde hace tiempo decidí que dejaría de usar la palabra “comercio justo” porque considero que este término es impreciso e irreal desde mi experiencia en trabajo de campo constante y platicando con personas involucradas en las cadenas comerciales a distintas escalas.
Lo que pienso que es más posible es el comercio consciente desde el punto de vista social, aunque haya contradicciones a las que difícilmente podemos escapar (acceso, poder adquisitivo, desiertos alimentarios, gustos adquiridos, etc.). También opino que es viable optar por esquemas de economía circular: intercambio, mantenimiento, reutilización, remanufactura y reciclaje vs. tomar, hacer y desechar.
Aunque hay que recordar que no todo (o casi nada) está en nuestra acción individual únicamente: gran parte de las problemáticas son sistémicas y los diferentes actores políticos y empresariales deben actuar.
Se necesitan políticas públicas que atiendan las necesidades urgentes de la población más precarizada, que establezcan y hagan cumplir normas relacionadas con las cadenas alimentarias, así como aquellas que apoyen sistemas agroecológicos seguros que no devasten el medio ambiente ni a las culturas locales, que los esfuerzos comunicativos oficiales para el cuidado de la salud no sean estigmatizantes con ciertos grupos, entre otras problemáticas.
Como datos relacionados con nuestro contexto: México es de los países que mayor inflación registró en alimentos entre los miembros de la OCDE durante septiembre de 2022 (14.6 % anual); 70 % de los hogares en el país aumentaron gastos generales y 72 % el gasto alimentario en 2020 y 2021 (ENSANUT, 2021); y aquellos con menos ingresos (rurales, de pueblos originarios o de jefatura femenina, entre otros factores de desigualdad), son los más afectados en sus compras alimenticias.
Todo lo anterior hace que el panorama sea complejo, de ahí que debemos cuidar no sonar aleccionadores en nuestros mensajes al recomendar comprar “aquí sí” vs. “aquí no”, comer “eso sí” vs. “eso no” en un tono dicotómico, moralizante y hasta ingenuo.
A continuación dejo algunos puntos clave que podrían servirte en tu entorno inmediato y confieso que a veces me siento incongruente o privilegiada, y eso me ha empujado a hacer cambios y búsquedas. ¿Te checa, te ha pasado? Conversemos.
- Si está en tus posibilidades, compra en mercados, tianguis de tu colonia o en proyectos de redes alimentarias alternativas (que no están gentrificados ni sean costosos). Algunos ejemplos en CDMX son: Mercado Alternativo de Tlalpan o de Xochimilco, Las panas, Mujeres de la tierra, etc.
- Platica con las personas que te venden lo que comes: conoce más sobre sus procesos y dificultades. Esto puede darte una guía de que hay detrás de cada alimento. No regatees.
- Si conoces un proyecto nuevo que te gusta, pasa la voz entre tus amistades y familia.
- Ubica carnicerías, verdulerías, panaderías, tortillerías, tienditas, cremerías, etc. en tu colonia que ofrezcan precios adecuados a tus posibilidades y ve estableciendo lazos comunicativos: ¿quién vende ahí y por qué?
- Si tienes amistades que venden alimentos, consúmeles y genera redes solidarias. Incluso, lleva a cabo trueque.
- Haz listas de lo que necesitas para tus menús diarios por semana: planear implica que no desperdicies tanto.
- Añade al listado anterior las comidas que quieres o debes hacer fuera para saber si puedes costearlas y que no te descapitalices.
- Si comprarás en el supermercado, acostúmbrate a leer las etiquetas: ¿de dónde viene, cuántos ingredientes tiene, es producto o alimento, qué se de esta empresa, me dan confianza sus mensajes o solo hay green washing?
- Opta, de preferencia, por frutas y verduras de temporada, quesos que sean 100 % de leche, frijoles, arroz, lentejas, habas, chícharos y otras leguminosas con proteína vegetal.
- Si compartes tu hogar con varias personas, sean tu familia o no, haz brigadas de cocina y apoyo del hogar. Cocinen, limpien y fomenten actividades que generen lazos de cooperación. Si hay infancias, esto ayuda al aprendizaje de mensajes colectivos.
- Si ves que tienes fruta o verdura de más, congélala. Las pulpas frutales te servirán para hacer licuados o aguas naturales y evitar las bebidas procesadas ultra azucaradas o gasificadas.
- Trata de no desperdiciar: si tienes varios pedacitos de verduras como chayote, zanahoria o calabacitas, mézclalos y haz una sopa; si se te maduraron los plátanos demasiado, haz un pan; si se puso duro el pan, haz budín; si te sobraron tortillas, dóralas y vuélvelas sopa. Si tienes varios sobrantes, haz una taquiza de “poquitos”.
- Si te nace, involúcrate en iniciativas como Petit Fils México, Casa Frida, Fundación Renacimiento y muchas más que ofrecen platos calientes para personas en situaciones de desventaja social y vulnerabilidad.
Texto por Mariana Castillo Hernández
TW/ IS: @marviajaycome