Regina Martínez fue asesinada hace un año.
La conocí en alguno de los viajes que hice a Veracruz a trabajar, hace más de 15 años. Seria, confiable, chambeadora, siempre presente, reportera de La Jornada y después de Proceso, los enviados recurríamos a ella para pedirle todo tipo de ayuda: “¿en qué hotel me quedo para no estar lejos de la acción?” “¿Fulanito es una fuente confiable?”
Llegabas al puerto o a Xalapa sin tener los contactos necesarios y ante la posibilidad de perderte en la cobertura, sabíamos que Regina tendría la generosidad de orientarte sobre lo básico de la política local y compartirte algunos números telefónicos para que no arrancaras de cero tu trabajo.
El 28 de abril del año pasado entraron a su casa y la mataron.
Hoy, un supuesto asesino purga una condena de 38 años de prisión, sin que ninguno de los coadyuvantes de la investigación (particularmente la revista Proceso) crea en la responsabilidad del detenido, a quien no inculpa una sola de las pruebas científicas obtenidas en la casa de Regina.
Ayer, como un homenaje a Regina, pero también como un recordatorio por todos los casos de asesinatos, periodistas se reunieron en casi una veintena de ciudades en “defensa del periodismo y los periodistas”.
Van 9 asesinatos en 2012 y 2013. Suman ya 16 desaparecidos. Esa es la razón.
No me sorprende que sean los reporteros quienes encabezaran las movilizaciones. La impunidad y las agresiones los han obligado a salir.
Pero tampoco me sorprende, para mal, la ausencia de directivos. Extraño una posición institucional de los principales medios de comunicación en defensa del periodismo que ellos mismos ejercen y de los –sus- periodistas. Son medios que parecen todavía moverse bajo dos principios: “mientras no nos pase, no pasa” y “los periodistas no somos nota”.
El abandono puede verse, por ejemplo, con la cobertura que le dieron al informe de Artículo 19, que documentó el incremento en las agresiones a la prensa en 20% el año pasado.
En los principales medios impresos este informe no mereció una línea.
¿Los periodistas no somos nota? La respuesta es fácil: no. Pero asusta que se suponga que en una agresión o asesinato a un periodista tiene que ver sólo con eso. ¿De veras no se entiende que asesinar a un periodista no sólo importa por el asesinato mismo (lo que ya sería suficiente), sino porque además golpea derechos fundamentales, como la libertad de expresión y el derecho a la información? Porque esas muertes provocan, como hemos constatado, la decisión de medios en diferentes estados a suprimir información clave, por el riesgo que implica publicarla.
Y porque esas muertes, no está de más subrayarlo, recuerdan la impunidad que priva en este país.
Por eso, el caso de Regina (y de todos los demás) importa. Por eso, vale la pena salir. Por eso quisiera ver a los medios, no sólo a sus trabajadores, sumarse a este grito.
¡Anímate y opina!
*Periodista, ha trabajado en diversos medios como Reforma, Milenio y El Universal. Actualmente dirige AnimalPolitico.com y colabora en distintos espacios radiofónicos, como en Fórmula, Reactor 105.