Desde hace cuatro generaciones, esta familia empieza su jornada a las 4 de la mañana. Se levantan cuando la mayor parte de sus clientes duerme.
“Este puesto tiene 64 años, desde mi bisabuelita, luego fue de mi abuelita, luego de mi mamá y ahora ya somos cuatro generaciones”, cuenta Perla Flores Millán, gerente del puesto, ubicado en el cruce de Alfonso Reyes y Tamaulipas, en la colonia Condesa.
La familia tiene sus raíces en la Condesa; antes de que fuera un barrio hipster, antes de que los comederos de moda desplazaran a los comercios de barrio, los Millán ya vendían en la esquina de Alfonso Reyes y Tamaulipas.
Rosario, la matriarca, recuerda: “Antes, mi suegra Natividad Díaz vendía tamales, tenía el puesto aquí y a un lado había un panadería, y pues decidí cambiar porque había mucha competencia, muchos vendían tamales”. Fue ella quien hace 16 años tuvo la visión que les permitió destacar y rebasar a la competencia al cambiar el ‘giro’ del puesto y vender tortas de chilaquil.
Todavía a oscuras, los integrantes de la familia desmenuzan pollo, elaboran salsas y preparan la cochinita pibil.
A las 8 de la mañana ya están despachando tortas.
Al mediodía, cuando termina la vendimia, van al Mercado Hidalgo, en la Doctores, para comprar todo lo necesario para el día siguiente. Son 13 horas de trabajo sin parar.
En el puesto “trabaja toda mi familia. Mi hermana Cata, mi sobrina Devené, mi mamá y yo”, añade Perla.
Hay tortas de chilaquil –rojo o verde- acompañadas con pechuga empanizada, pollo desmenuzado o cochinita pibil, además de la famosa y singular ‘bomba’, que lleva un poco de todo. Cuestan entre 20 y 30 pesos.
Son las 10:40 y la fila para comprar no disminuye -en el ya casi clásico viernes de chilaquiles, puede sumar una centena o más-, Rosario apenas se da un segundo para celebrar: “Nuestros clientes son muy aguantadores y uno corresponde dándoles lo mejor, porque ellos son los que hacen esto, los que nos han ayudado”.
Para Perla, el secreto de hacer buenos chilaquiles está en tener “todo fresco y de calidad porque hay mucha gente que mete porquería”.
“No le alcanzaba a mi mamá (para mantenernos), por eso trabajamos en el puesto (y dejamos la escuela). Mi sobrina Devené también dejó la escuela, pero el año que entra va a entrar a la prepa”, cuenta Perla.
“De aquí (el puesto) sale para mantener a nuestros hijos, aunque siempre les decimos que deben estudiar y, si al mismo tiempo pueden dejar a alguien que trabaje el puesto, pues qué mejor, pero todavía hay Esquina del Chilaquil para rato”.
ANTOJADIZOS
Cada vez que se puede, ellos van por su torta de chilaquil:
Alejandro Olvera
@alexool
“Están muy sabrosas, además en Monterrey no hay. La torta de milanesa con chilaquiles rojos es la que siempre pido”.
Alejandra Vincourt
“Es la segunda vez que vengo a comprar, pero tiene mucho que veo que la esquina siempre está llena”.
Sergio González
@sergiogonzalez
“Yo compro desde hace tres años y me llamó la atención lo innovador de los chilaquiles en pan y la milanesa empanizada”.
(Oscar Santillán)