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Viene de una rica tradición de espacios en la ciudad donde se han encontrado de manera informal artistas de distintas disciplinas y gente diversa, como los bares el Nueve y el LUCC, y La Quiñonera, en Coyoacán, el taller de Gabriel Orozco en Tlalpan, Temístocles, una galería en Polanco, y La Panadería, un espacio alternativo fundado por Miguel Calderón y Yoshua Okón, que marcó el tono irreverente y arriesgado del arte en los noventa.
En los 2000 la producción de esos artistas se internacionalizó e institucionalizó. Aquellos espacios desaparecieron. “En este mundo globalizado, todos esos artistas tenían una carrera exitosa pero aislada, yo ya no sabía qué estaban haciendo, aunque vivieran a dos cuadras de mi casa”, dijo Okón el otro día.
Hace tres años, fundó SOMA con la idea de recuperar el viejo espíritu, pero acondicionado por las nuevas exigencias. Destetó el espacio del tono de desmadre para darle un aire más académico. Su punto más visible son los miércoles de SOMA (ver programación www.somamexico.org), conferencias abiertas al público que son el punto de reunión entre gente de distintas disciplinas, donde, por cierto, si se bebe cerveza. Allí, la gente va a hablar de lo que está haciendo.
SOMA, además, ha atraído a alumnos y residentes de todos el mundo, y “ha establecido puentes con el exterior, que siempre han sido fundamentales en la vida cultural de la ciudad”.
SOMA está en Calle 13 número 30, San Pedro de Los Pinos.
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* Guillermo Osorno es director de la revista Gatopardo y cronista de la ciudad. Fue director de la revista dF y compilador de los libros ¿En qué cabeza cabe? (Mapas, 2004) y Crónicas de otro planeta (Random House, 2008). Es egresado de la escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia y profesor de periodismo narrativo en la maestría de periodismo y asuntos públicos del CIDE.