“Tacubita, ¿la bella?”, por @JorgePedro

La calle en uso más antigua de América está en la Ciudad de México. La mandó construir Acamapichtli para hacerle la guerra a los tepanecas. De acuerdo con Joachim von Mentz, esto debió ocurrir entre 1377 y 1389.

Hoy la calle recibe cinco nombres: Tacuba, Avenida Hidalgo, Puente de Alvarado, Ribera de San Cosme y México-Tacuba. Sorprende mucho que la Secretaría de Turismo no aproveche la oportunidad que ofrece este vetusto camino que empieza en el Zócalo y termina casi en Naucalpan. Según Google Maps se necesitan una hora y 44 minutos para andar sus ocho y pico de kilómetros.

El otro día yo me hice como tres horas, pero porque iba deteniéndome a cada rato para fotografiar la Benemérita Escuela Nacional de Maestros que diseñó Mario Pani, el templo de San Antonio de las Huertas que ideó Félix Candela con otros dos arquitectos y la elegante Escuela Secundaria 15 de Vladimir Kaspé.

También llamaron mi atención algunas casas en las colonias Nextitla y Popotla y el árbol en donde lloró Hernán Cortés. Pero una vez que se llega a las inmediaciones del Metro Tacuba resulta imposible no agüitarse entre tanta mugre, basura y esmog. Los ciudadanos no nos merecemos que se privatice y degrade el espacio público de esta manera, pero ya se sabe que alguien tiene que cobrar su mordida.

Dan ganas de meterse a la Parroquia de San Gabriel Arcángel y pedirle al cielo que haga entrar en razón a los responsables que deshonran tan gacho a sus antepasados. Mientras los creyentes lo hacen, los demás pueden fijarse en el relieve central de la portada principal, en donde está representada una de las herejías de los primeros siglos del cristianismo, o en el ahuehuete que algunos dicen que es el mero mero de la Noche Triste (o Victoriosa).

Saliendo de la iglesia recomiendo tomar un taxi hasta la esquina de Golfo de Adén y Felipe Carrillo Puerto para conocer, aunque sea por afuerita, una interesante casa llamada La Perulera. En el siglo XVIII, cuando Tacuba era un pueblo hermoso de casitas blancas y ahuehuetes centenarios, aquí vivió una familia de peruanos o peruleros que la decoraron con esmero e incluso erigieron una plaza de toros en la parte de atrás.

A través de una cerradura se puede leer una inscripción en un patio: “Dios cuida esta casa La Perulera año 1735”. Al parecer sólo él la cuida porque ni los dueños ni la delegación Miguel Hidalgo se han preocupado por ella. Más o menos cerca, en Lago Chiem 80, se hallan los restos del famoso Pensil Mexicano, un jardín de 1766 con capilla que fue declarado Monumento Nacional en los años treinta.

El pobre Pensil luce súper deteriorado y su interior sólo puede verse desde el edificio de al lado. Sería muy triste que el último jardín virreinal que queda en la ciudad desapareciera ante la indiferencia de todos.

Para olvidarse un poco de tanto abandono propongo una visita a la cantina Chin Chun Chan que existe en Golfo de Adén y Lago Hurón desde 1904. Ésta seguro que no va a desaparecer pronto.

¡Anímate y Opina!

[email protected]

*Jorge Pedro Uribe Llamas estudió Comunicación. Ha trabajado en radio, revistas y televisión. Sus crónicas sobre la Ciudad de México están en jorgepedro.com.

(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS)