La mayor parte de las personas que han decidido decorar su cuerpo lo hacen por gusto, seguidos por quienes desean un recuerdo permanente y aquellos que lo hicieron por moda.
El sector que más recurre a los estudios de tatuajes está entre los 18 y los 25 años con un 37%, y aunque no sienten arrepentimiento, sí culpas y hasta miedo.
Esos sentimientos se basan en la posibilidad de no conseguir trabajo (74.2%), no ser aceptado en la universidad (37.5%), ser rechazado por la familia (25.6%) y perder a los amigos (16%).
Y aunque algunas empresas no contratan a las personas con tatuajes, el 55.3% de los entrevistados afirmaron que ellos sí lo harían.
Se animan más
Fraktal, tatuador con más de 15 años en este arte, comenta que el interés por tatuarse se ha incrementado de tal manera que han tenido que programar citas hasta con dos meses de antelación.
Ante esta moda, el secretario de Salud del DF, Armando Ahued, explicó que hay que tener cuidado con el lugar elegido para tatuarse. “Hay varios riesgos de enfermedades e infecciones, pero el mayor es el de contraer VIH si no están esterilizados los instrumentos” explica.
La dependencia ha lanzado la campaña “Que la belleza no te cueste la vida”, cuyo objetivo es que los interesados elijan lugares acreditados y regulados; por lo que ya comenzó la regularización de establecimientos.
Estos centros deben estar limpios, separar y desechar residuos (jeringas, tintas, material quirúrgico) y tener conocimientos de primeros auxilios. Además, la licencia de tatuador cuesta 4 mil pesos por dos años.
“No creemos que esté mal la regularización, pero lo malo es que no es para todos. Es decir que los únicos a los que nos cobran multas y nos exigen son a los que estamos dados de alta y pretendemos tener todo en regla, los ilegales siguen ahí”, aseveró Richard, otro artista de la piel.
(CRISTINA SALMERÓN | MÁS POR MÁS)