Los murmullos, que ya se escuchaban en el pleno de la Asamblea Legislativa del DF, fueron en aumento cuando la diputada Abril Trujillo, experredista diputada de la bancada de Partido Encuentro Social (PES) lee: “Par-ti-do Re-vo-lu-ci-ón Ins-ti-tu-cio-nal”. Todos se habían dado cuenta desde un principio de que la legisladora no podía leer en voz alta. Pero a ella no le importó y siguió.
La letanía de posicionamientos partidarios en el Tercer Informe de Gobierno de Miguel Ángel Mancera fue una colección de frases entre la pluralidad de fuerzas políticas que hoy componen el órgano legislativo de la ciudad.
Mientras los diputados locales se estrenaban en el micrófono del recinto de Donceles, entre los pasillos que daban a los palcos, los políticos invitados caminan de aquí para allá.
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Apenas una hora después de haber llegado, Ricardo Anaya, el presidente del PAN, estaba inquieto por la lentitud de la ceremonia. Con Mauricio Tabe, líder del blanquiazul en el DF, entraba y salía del salón de plenos.
Por los mismo pasillos también se pasea Manuel Velasco, el gobernador de Chiapas, mientras que el procurador de Justicia del DF, Rodolfo Ríos Garza, se excusó por unos momentos y salió a tomar aire.
En la tribuna, un priista hablaba de honestidad, austeridad y pulcritud. Aderezaba su discurso con frases contra la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la inseguridad.
Arriba, en la mesa central del recinto circular, Mancera escuchaba inquieto. Lo flanqueaba el presidente de la mesa directiva, el diputado de Movimiento Ciudadano Armando López Campa, el primer no perredista en abrir el periodo de sesiones de una nueva Legislatura. Del otro lado, la ex delegada perredista de Iztacalco, Elizabeth Mateos, y, entallada en su vestido rojo priista, la diputada Cinthya López. Más a la orilla, Gonzalo Espina, del PAN, y Beatriz Rojas, de Morena.
Y mientras, el Jefe de Gobierno volteaba hacia el techo y observaba su entorno. Se tronaba los dedos, se tocaba las manos, tomaba notas de vez en vez. El diputado que habló en nombre del Partido Verde, Antonio Javier López Adame, lo hizo en voz baja. Pocos le pusieron atención.
Leonel Luna, el líder de la bancada del sol azteca, paseaba saludando a reporteros, políticos y otros invitados. La senadora Mariana Gómez del Campo y la diputada Lía Limón, ambas panistas, llegaron juntas; igual que Gabino Cué, gobernador de Oaxaca, y Rodrigo Medina, mandatario saliente de Nuevo León.
La voz de Carlos Candelaria, diputado del PES, rompió la monotonía desde la tribuna. Le recordó al mandatario que “la gran mayoría de habitantes no confían en usted”. Que “la corrupción y la falta de resultados provocan la desconfianza en el gobierno”. Mancera toma nota. Aprieta los labios. Tamborilea los dedos en la mesa. Candelaria insiste. Le dice que “para construir una capital social hay que recuperar la confianza de los capitalinos”. El titular del GDF se pone rígido. Endurece el cuello. Yergue su cuerpo sobre la silla. Mira hacia el frente. Se pone serio.
El diputado cierra su discurso, no sin antes recomendarle que “si sigue pensando en su ideal de ‘Decidiendo Juntos’, ponga todo a su alcance para hacer realidad ese principio en la ciudad”.
Sigue el representante del PRI. El elegido tricolor es el diputado Adrián Ruvalcaba. Enérgico, pero sin reclamos mayores, afirma que serán una “oposición socialmente responsable”. Su discurso es tan amplio que rebasa por tres minutos y medio los diez que tenía disponibles. Chiflidos tímidos desde el pleno lo hacen apresurarse e irse.
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Jorge Romero, el líder blanquiazul en la ALDF, se alegra de que, por primera vez, la Asamblea no sea un espacio cómodo para el gobernante en turno. Promete recuperar facultades que han perdido los jefes delegacionales. Se queja de la centralización que ha tenido el poder en la ciudad y celebra: “Que descanse en paz el aplastamiento político en la Asamblea Legislativa”. La oposición aplaude.
Es la primera ocasión en la historia que un Jefe de Gobierno escucha los posicionamientos de las distintas bancadas que conforman la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, donde ya no hay una mayoría que respalde al Ejecutivo local.
Luego viene el turno del líder de Morena, César Cravioto, quien aprovecha su participación en el pleno para pedir un cambio de dirección en el rumbo de la administración de Mancera: “Con fraternidad, le decimos: acate el veredicto electoral y enmiende el camino. Cuente con nosotros para que ésta vuelva a ser la ciudad de la esperanza”.
Cravioto, el más crítico de los oradores a los que Mancera escuchó durante dos horas, dice que no es justificable el rezago que existe en los programas sociales del gobierno de la ciudad, pues en ellos, asegura, hay una lista de espera de decenas de personas.
El morenista, además, se pronuncia en contra del cierre del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y pide a Mancera que actúe para impedirlo, ya que si esto ocurre se perderán miles de empleos en el sector turístico.
Un respiro para Mancera: se anuncia, tras la llegada del secretario de Educación federal, Aurelio Nuño, el receso de tres minutos.
Luego viene el turno del mandatario local. Aprovecha para destacar sus logros, decir que la capital es la “ciudad de los derechos”, el lugar donde se firman nuevos convenios para garantizar la transparencia, la de los programas sociales, la que apoya a los jóvenes, mujeres y discapacitados.
Anuncia nuevos proyectos para corredores de transporte público y celebra el millón de viajes que ha conseguido el Metrobús y los 27 millones de usuarios que utilizan el sistema Ecobici. También responde a sus detractores: “No se equivoquen (…) No pienso detener el desarrollo de la ciudad”.
Una hora después, Mancera termina y llama a la construcción de consensos: “Impulsar el desarrollo de la ciudad es tarea de todos”.
Al exterior de la ALDF, los acarreados que llegaron desde temprano para hacerle alegre la entrada al mandatario local le gritan porras, ondean sus banderas y muestran cartelones con mensajes de aprobación.
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Poco a poco los ánimos caen y se van alejando de las vallas que rodean el recinto de Donceles y Allende, no sin antes recoger su box lunch y pasar lista en sus respectivas organizaciones. Mancera se detuvo unos segundos en las escalinatas para saludar y agradecerles. Enseguida el tumulto se disipó.
(Una crónica de Jennifer Alcocer, Roberto González y Rafael Montes / Fotos: Cuartoscuro)