Si eres un godín un poco gruñón y monótono, es momento de darle un giro a tu vida con la ópera prima de Lorena Padilla, nominada en los Premios Ariel 2024
Martínez es un godín más. Bueno, él es un chileno que radica desde hace años en la ciudad de Guadalajara, pero de todas formas es un soltero en sus sesentas dedicado enteramente a su trabajo de oficina, como varios que existen aquí en Chilangolandia. Además, es cuadrado, amargado, rutinario y poco simpático. El problema es que, como suele ocurrir, ha llegado el momento de “jubilarlo” y, para colmo, tendrá que capacitar a su jovial y sociable reemplazo.
Puede que seas igual o un poco como Martínez, incluso que ya hayas vivido una situación laboral similar o simplemente no te lleves bien con tus compañeros de al lado. Pero al final descubrirás junto con él y los personajes que le rodean que la vejez es más que una etapa: es una personalidad. Así como le pasó a la propia directora y guionista de Martínez (2023), Lorena Padilla, que ahora espera llevarse con esta historia el Ariel a Mejor ópera prima.
“La idea empezó tratando de entender la personalidad de mi papá, que es muy Martínez. Conforme fue evolucionando me di cuenta que yo tenía también un montón de cosas (del personaje), ya sabes, fue como terapia, redescubrí los ruidos que me molestaban y por qué la gente no cumple las reglas… Más que retratar la vejez, para mí era retratar como un tipo de personalidad. Mostrando la película, había personas muy jóvenes que después de verla me decían ‘es que yo soy’”, cuenta la cineasta en entrevista.
El mood Martínez es “un tipo de protección”, describe Padilla, porque cuando estás solo nadie te lastima. No obstante, cuando el protagonista también se relaciona de una forma inesperada con su vecina, comienza a romper ese escudo.
En los detalles está la historia
A Padilla le tomó ocho años llevar esta historia del papel a la pantalla, apoyándose de recursos como Foprocine (ya desaparecido) y FILMA Jalisco. Al principio todo era Martínez, pero conforme avanzó el proyecto pasaron “accidentes muy felices”, de tal forma que los personajes secundarios se convirtieron en partes importantes de esta fábula sobre las soledades y cada uno representa la suya a su manera (sin dar spoilers).
Asimismo, la directora tuvo su etapa godín en una oficina burocrática, donde descubrió que las pequeñas acciones o sucesos rompen con la monotonía, tal como se refleja en la película. Todo, personajes y ambientes, cobró sentido borrador tras borrador.
“No empiezas a dejar de ver la mano del guionista hasta el quinto borrador, porque al principio los personajes parecen títeres, tú los estás obligando a hacer cosas y no se siente orgánico. Pero llega un momento, por ahí del sexto borrador, donde tú estás escribiendo y de pronto el personaje te dice ‘no, no es por acá’ y ahí tu trabajo es dejarte llevar en lugar de querer controlar, y me parece que tendría que ser lo mismo en el rodaje”, explica Padilla.
Llegar a los Premios Ariel 2024
La directora ve la nominación a los Ariel, que distingue a lo mejor del cine mexicano, como un gran premio: “Porque es una película chiquitita que no tiene plataformas detrás ni muchísimos fondos, entonces me parece como un mega logro”.
Martínez habla a su vez de la empatía y, en el caso de la industria cinematográfica, esa capacidad humana puede darle una oportunidad a los nuevos cineastas para permitirles seguir trabajando no nada más en cine de autor. “Porque estamos haciendo óperas primas, pero queremos hacer una segunda película, una tercera, y creo que de eso se trata, de crear comunidad y empatía entre todos”, afirma.
La película no se encuentra por ahora en plataformas o salas de cine, pero forma parte de los ciclos de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) a la que vale la pena echarle un ojo desde su página web.