Las ideas en la cabeza de Jean están revueltas. Jean es el nombre ficticio que este hombre haitiano usa para no ser identificado en su país de origen, del que huyó escapando de la violencia que lo perseguía.
Una serie de problemas en su antiguo empleo, complicaciones para obtener documentos oficiales y hombres que lo acosan y lo golpean forman parte de la historia que Jean cuenta en partes y en flashazos. Recordar lo pone visiblemente nervioso. Vive atemorizado y escondido en el albergue de una de las asociaciones civiles que ayudan a refugiados en el Distrito Federal.
La Ciudad de México tiene una larga tradición en ser refugio de personas que huyen de sus países por conflictos sociales o políticos. En 2014, 172 personas fueron reconocidas como refugiadas en la capital del país.
Pero para Jean, quien espera ansioso una respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), la oficina de la Secretaría de Gobernación que analiza y resuelve las peticiones de extranjeros para obtener un documento oficial que los reconozca con el estatus legal de refugiados, la ciudad no ha sido del todo amable.
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El lenguaje es uno de los obstáculos que más le pesan a Jean en el DF. Cuando sale, suele perderse en la ciudad porque no entiende mucho de español y sólo habla inglés y francés.
Por temor y por no poder comunicarse, prefiere vivir encerrado en su habitación, aunque sus fantasmas lo atormenten. Vienen a su mente los golpes de sus persecutores, los rostros de sus hijos y los momentos con su familia.
“Algunas veces me siento bien cuando hablo con alguien y, otras veces, triste… porque no sé de mi familia, de mi hijo, de mi hija. Algunas veces intento dormir y siento una cachetada en mi rostro y escucho las voces de mis hijos”, platica.
Aunque el DF es considerado “ciudad solidaria” por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Jean no se siente cómodo.
“No soy muy bueno en español, a veces sería más fácil tomar un taxi, pero cuando intenté ir a la COMAR, tomé el Metrobús y me dormí, me pasé de la dirección, tuve que tomar un taxi y son más caros”, relata.
Aunque comenta que también se ha encontrado con capitalinos hospitalarios.
“Hay gente que me ha ayudado. Una vez iba a Polanco a reunirme con la comunidad francesa en México, pero me perdí. Me encontré con dos jóvenes que me ayudaron. Fueron muy amables, me indicaron la dirección y me dijeron que tenía que regresar a Chapultepec, pero yo no sabía dónde era eso…. Empecé a caminar y me dijeron que esa era la dirección incorrecta. Me acercaron a un taxi y le dijeron exactamente a donde llevarme. Es una pequeña historia, pero para mí significó mucho”.
La respuesta de COMAR ha demorado y Jean vive inquieto. Por ahora, Jean tiene una visa de turista y cree que por tener ese documento, le negarán la calidad de refugiado.
El estatus de refugiado se otorga a quienes huyen de su país porque su vida, seguridad o libertad son amenazadas por violencia generalizada, agresión extranjera, conflictos internos, violación masiva de derechos humanos o perturbaciones graves del orden.
El proceso es largo porque la dependencia debe investigar si las condiciones en el país del solicitante ameritan otorgarle asilo en México.
(Rafael Montes)