Un Zócalo para la convivencia y el goce social chilango

Por: Mario Rojas

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La peatonalización de los alrededores de la Plaza de la Constitución representa un regreso “a la visión original” de este espacio, señalan las autoridades capitalinas

En el imponente rectángulo de 46 mil 800 metros cuadrados que abarca el Zócalo de la Ciudad de México y sus alrededores hay espacio para todo: familias que pasean despreocupadamente, ciclistas que dan vueltas y vueltas, personas que descansan en alguna de las bancas ahí dispuestas, jóvenes que aprovechan para hacer ejercicio, infancias que juegan futbol.

Es la nueva cara del Zócalo peatonal, la plaza pública más importante del país, donde desde el 12 de mayo pasado se restringió el paso a los vehículos motorizados para dar prioridad a la gente de a pie.

Todo el día, todos los días, miles de personas recorren con parsimonia el espacio recuperado para el pleno disfrute del transeúnte. “Es una reconquista de apropiación social y cultural de la gente y tiene mucha relevancia histórica para nuestra ciudad”, sentencia el jefe de gobierno Martí Batres.

En tanto, Ricardo Ruiz, secretario de Gobierno de Ciudad de México, precisa: “Esta peatonalización regresa a la visión original del zócalo, un espacio para la gente, sin perder la idea política de que es la expresión de la nación”. El objetivo es que las personas transiten de manera libre por el lugar, rescatar el uso que se le da al espacio público y resaltar el valor histórico de la plaza.

Una plaza con historia

Porque, en efecto, la Plaza de la Constitución tiene mucha historia. Para empezar, por los edificios que la rodean: al norte, la Catedral Metropolitana; al este, el Palacio Nacional; el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y el Edificio de Gobierno, al sur; y al oeste, múltiples edificios comerciales.

Por si esto no fuera suficiente, el corazón de la antigua México-Tenochtitlán, capital del imperio mexica, ha sido a lo largo de los años testigo de las batallas políticas más trascendentes de nuestra historia.

Los pasos firmes de las multitudes y las voces estentóreas de mujeres y hombres, viejos y jóvenes, obreros y campesinos, estudiantes y comerciantes, todos, han ayudado a moldear el curso de los acontecimientos que nos han definido como nación. Claro, también allí, millones de personas han cantado y bailado al ritmo de rock, salsa, reguetón, cumbia, electrónica, corridos tumbados, rancheras o pop.

Alma vibrante

Este zócalo de alma vibrante, de rico legado y belleza imperecedera, se ha transformado a favor del goce de la ciudadanía. Se intervinieron más de 19 mil 400 metros cuadrados de superficie, de los cuales 16 mil 108 metros son ahora de uso exclusivo para los peatones y 3 mil 292 metros cuadrados pueden ser ocupados por bicicletas y vehículos de emergencia y servicios.

Las calles en las que se restringió la circulación para automóviles son Plaza de la Constitución, 5 de Febrero, 20 de Noviembre y José María Pino Suárez, específicamente en los tramos que constituyen desde la calle Plaza de la Constitución a Venustiano Carranza.

En el área peatonal se reemplazó el asfalto que tenía por un acabado pétreo, además, se plantó vegetación, jardineras, luminarias y mobiliario urbano en donde las personas ven pasar el tiempo, esperan a otros, caminan sin preocupaciones o se divierten. Y justo al centro se levanta la monumental bandera mexicana, que ondea orgullosa su identidad tricolor.

Pasos diversos

Sin embargo, todavía hay imponderables que corregir. La gente se queja de que algunas de las calles de acceso están cerradas y obligan al peatón a caminar más y dar muchas vueltas para ingresar a la plancha central.

A pesar de eso, lxs paseantes, mexicanxs y extranjerxs, aplauden la decisión de dar prioridad al peatón sobre los vehículos motorizados, de fomentar y promover la movilidad sustentable; así como dignificar y revitalizar el uso del espacio con el fin de que se genere una sana convivencia. El caso es que, sin dilación, la gente ha hecho suyo el Zócalo peatonal.

“Es muy plausible que las autoridades hayan decidido prohibir el paso vehicular en este espacio, así podemos disfrutar con toda tranquilidad de un lugar tan hermoso y con tanta historia”, comenta el estudiante Javier Espinoza.

Y sí, muchísima gente se esmera con el objetivo de atrapar el momento con las cámaras de sus celulares. Están por ahí, también, los chamanes que ofrecen sus conocimientos ancestrales para realizar limpias o los manifestantes que se instalan con la esperanza de escuchar una respuesta positiva a sus demandas.

Este es el nuevo zócalo, un espacio que promueve la convivencia y se convierte en un bálsamo ante la vorágine del ritmo de vida citadino, un oasis que le pone pausa a la trepidante cotidianidad de la gente.

Pasos cansados o veloces, trémulos o firmes, determinados o dubitativos; pasos que marcan un camino a ninguna parte, que se apropian de ese espacio sin vehículos motorizados, que en cada pisada hacen que retiemble en sus centros la tierra, en un Zócalo de todos.