FOTOS: EDGAR SEGURA

18 de marzo 2025
Por: Redacción

Una alcaldía que apuesta por lo local

En Milpa Alta no hay ningún supermercado, pero hay mole, barbacoa, tortillas hechas a mano, platillos preparados con ingredientes frescos, pulque, ecoturismo y más

Por Edgar Segura*

Mientras en algunas zonas de la CDMX la gentrificación desplaza tanto a habitantes como a negocios locales, hay una alcaldía donde prevalece la tenencia comunal de la tierra, se defienden los usos y costumbres y se privilegian los mercados públicos, tianguis y pequeños comercios. Se trata de Milpa Alta, donde no existen tiendas de conveniencia ni supermercados.

De acuerdo con el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) del INEGI, en la ciudad hay 3,599 minisúpers y 516 supermercados de todos los nombres y marcas que se te vengan a la mente. El dato explica por qué vemos un local en cada esquina, pero no en todos lados ocurre así, al menos no en Milpa Alta.

“El Oxxo o algunas tiendas departamentales como el Zorro Abarrotero o Aurrera han querido entrar aquí”, dice en entrevista el alcalde de la demarcación, Octavio Rivero. Pero si esto no ha ocurrido es porque las características de Milpa Alta la convierten en “otra ciudad dentro de la ciudad”.

Una alcaldía diferente al resto

Quizá llamar “ciudad” a Milpa Alta no es del todo preciso. Aunque está dentro de la Ciudad de México, es una alcaldía rural: el 100% de su territorio se considera suelo de conservación.

“En su mayoría, el uso de suelo en Milpa Alta es comunal y en otra parte es ejidal”, explica el alcalde. Y en efecto, de acuerdo con datos de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT), 24,000 de sus 28,037 hectáreas son de tenencia comunal. Otras 1,789 son tierras ejidales.

Esto quiere decir que para la construcción de obras de impacto ambiental es necesario consultar a las comunidades. Y en Milpa Alta, conformada por 12 pueblos originarios, nunca se ha permitido la entrada de alguna cadena de supermercado o tienda de conveniencia. De acuerdo con Octavio Rivero, uno de los factores que explican esto son los usos y costumbres de las comunidades.

“Por usos y costumbres se ha generado también una conciencia de mucha conservación de la economía local. Nuestra economía se basa principalmente en los mercados públicos y en los tianguis, ahí tenemos nuestra mayor comercialización”, comenta.

Otro factor que explica la inexistencia de modelos como el de los minisúpers es la importancia que tiene el pequeño comercio en la economía local. De las 6,827 unidades económicas de la demarcación, el 57% son pequeños comercios, por eso aquí la gente busca proteger sus negocios familiares frente a las cadenas transnacionales.

En Milpa Alta muchas familias son productoras de nopal, maíz, hortalizas y frutas. Otras tantas se dedican a los productos cárnicos como la barbacoa de borrego o a la producción de platillos tradicionales como el mole. “Si nosotros viéramos que la competencia es al tú por tú, sabemos que les ganamos, porque tenemos mejor producto”, asegura Rivero. No obstante, considera que las condiciones de competencia benefician a los grandes consorcios.

La alcaldía cuenta con casi 6,000 productorxs de nopal. Además, cerca de 100 familias se dedican a la producción de mole, que a su vez se ofrece en más de 30 restaurantes locales. Varixs agricultorxs también venden en algunos de los 10 mercados públicos de la demarcación y que dan sustento a alrededor de 1,500 familias. A ello se suman tianguistas, propietarixs de pequeños comercios, etcétera. Es esto lo que las comunidades buscan proteger.

Apuesta por la economía local

A partir de la experiencia de Milpa Alta, Octavio Rivero asegura que “hay una gran oportunidad de desarrollo desde lo local”. Sin embargo, tal apuesta también tiene sus retos.

Para impulsar el consumo y atraer el turismo, los pueblos originarios de Milpa Alta realizan ferias donde promueven sus productos locales. En San Pedro Atocpan se realiza cada año la Feria Nacional del Mole; en San Salvador Cuauhtenco, la Feria de la Barbacoa; y en Santa Ana Tlacotenco, la Feria del Elote.

La alcaldía impulsa programas para la regularización de los comercios e iniciativas como “Mercado a todas horas”, invitando a los mercados públicos a ampliar sus horarios hasta las 22:00 para proporcionar una opción de consumo a sus habitantes que salen temprano a trabajar y regresan tarde a sus comunidades.

A su vez, lxs pequeñxs agricultorxs y comerciantes se capacitan para modernizar su producción. La señora Rosa es “temporalera”, como se conoce a quienes cosechan frutas o huertos de temporada en sus propios terrenos y acuden a vender al centro de Milpa Alta. En esta ocasión vende cilantro, espinaca, verdolaga, apio, tomate, jitomate, perejil, ejote, chícharo y papa. También lleva duraznos, chabacanos, ciruelas y más frutas. Y en temporada de lluvias sube al monte a cortar hongos que también comercia a las afueras del mercado local.

Ella aprovecha las oportunidades que el gobierno de la CDMX y la alcaldía ofrecen para capacitarse en alianza con universidades. Ha tomado cursos de composta, preparación de suelos, árboles frutales y medicina natural para las plantas. Estos conocimientos y saberes también se transmiten en la comunidad y de generación en generación para preservar la herencia de las actividades tradicionales.

“Yo me he dado a esa tarea de enseñarle a mi familia y a algunas personas en grupo a producir y a cultivar porque es el sustento familiar”, comenta doña Rosa. “Así se va haciendo una conexión con la familia: vamos al campo a desyerbar, a sembrar y a fertilizar”.

Las mismas reglas del juego que impiden el establecimiento de supermercados limitan también otro tipo de negocios en Milpa Alta. “Aquí no tenemos cines, tampoco cantinas, bares, centros de convenciones o teatros. Pero sí tenemos otras cosas: nuestras ferias tradicionales, nuestra organización comunitaria, la cultura de las plazas públicas”, dice el alcalde.

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*Texto adaptado para + Chilango diario

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